CÁMARA OCULTA

Lenguas de doble filo

Jeremy Thomas recibirá mañana en Varsovia un homenaje durante la ceremonia de los premios europeos del año. No es un nombre conocido por el gran público, aunque tenga un Oscar por El último emperador, de Bertolucci, a quien ha producido otras buenas películas, y el Premio Genie Awards por dos filmes de Cronenberg, Crash y El almuerzo desnudo. Londinense de apenas sesenta años, gordito, nervioso y muy precipitado al hablar, tiene en su haber más de cuarenta películas, de Johnny Depp, Skolimovski, Oshima, Schlondorff, Rafelson, Terry Williams, Stephen Frears o Wenders, ademá...

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Jeremy Thomas recibirá mañana en Varsovia un homenaje durante la ceremonia de los premios europeos del año. No es un nombre conocido por el gran público, aunque tenga un Oscar por El último emperador, de Bertolucci, a quien ha producido otras buenas películas, y el Premio Genie Awards por dos filmes de Cronenberg, Crash y El almuerzo desnudo. Londinense de apenas sesenta años, gordito, nervioso y muy precipitado al hablar, tiene en su haber más de cuarenta películas, de Johnny Depp, Skolimovski, Oshima, Schlondorff, Rafelson, Terry Williams, Stephen Frears o Wenders, además de numerosos nuevos autores. Jeremy Thomas es un buen ejemplo de productor europeo independiente y arriesgado. Y de éxito. Claro que hace su cine en inglés, aunque, como digo, él lo hable entre dientes y a velocidad del rayo.

En España aún se está a remolque de aquella obligación franquista de doblar por narices todas las películas

Cuestión de lenguas. Así lo ha comentado estos días Antonio Banderas a propósito de la interesante y personal El camino de los ingleses: cuando su película se estrene en Estados Unidos, lo hará sólo en circuitos paralelos y minoritarios: allí no aceptan el doblaje ni gustan los subtítulos. En España, el público tampoco gusta de subtítulos pero apoya el doblaje con fruición. En Los Ángeles, Banderas se entiende en buen inglés, en Madrid habla normal, y en su patria chica pronuncia un acentuado malagueño; a veces se hace un lío y habla de las tres maneras a la vez, no quedando más remedio que poner mucha atención al escucharle. Pero queda claro cuanto dice sobre él y su esperada película, y que sólo en inglés se tiene acceso al mercado internacional. Como le ocurre al corrosivo e improbable personaje de Borat, película que sorprende a los norteamericanos, poniéndoles a caldo en su propia lengua.

En España aún se está a remolque de aquella obligación franquista de doblar por narices todas las películas del mundo. Estos días los miembros de la Academia de Cine están recibiendo los deuvedés de las películas candidatas a los próximos Premios Goya. Ante su estupor, Los fantasmas de Goya les llega en versión doblada, cuando la original es en inglés, y Ficción, del catalán Cesc Gay, que debía haber sido rodada en su propia lengua, tuvo que ser doblada en castellano, para disgusto del director. Los académicos premiaron el pasado año La vida secreta de las palabras, de Isabel Coixet, dirigida y hablada en inglés, pero el ejemplo no ha cundido este año a lo que se ve.

El caso es que mientras desde la Administración se quiere impulsar el cine en versión original en las provincias más remotas, los distribuidores saben que se trata de una batalla perdida: los españoles no lo quieren. That's life!

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