Columna

Na Jordana

Vence la tradicional semana en la que, todavía sin digerir el empacho parlamentario de la anterior, han tenido la oportunidad de expresarse en calles y palacios diversos patriotismos. Más o menos fingidos, tibios o enfebrecidos, renunciaré a cualquier otro comentario ya que escribo estas líneas un poco antes de los acontecimientos.

Pero sí fui testigo, de nuevo, de un hecho singular en el mundo fallero que no quisiera pasar por alto. Seguramente saben que Na Jordana es en Valencia algo muy especial. Y que esa cualidad de rara avis (aun con voluntad integradora, lejos del ánimo es...

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Vence la tradicional semana en la que, todavía sin digerir el empacho parlamentario de la anterior, han tenido la oportunidad de expresarse en calles y palacios diversos patriotismos. Más o menos fingidos, tibios o enfebrecidos, renunciaré a cualquier otro comentario ya que escribo estas líneas un poco antes de los acontecimientos.

Pero sí fui testigo, de nuevo, de un hecho singular en el mundo fallero que no quisiera pasar por alto. Seguramente saben que Na Jordana es en Valencia algo muy especial. Y que esa cualidad de rara avis (aun con voluntad integradora, lejos del ánimo estrafalario de ciertos inventos en los albores de la transición) le ha costado más de un disgusto en lo que se refiere al reconocimiento y competición con sus iguales.

Na Jordana, que ya cumplió 50 años, se ha planteado las cosas de otra manera, y no se ha dejado manipular por quienes hicieron leva entre el mundo de la fiesta para engrosar las huestes en guerra contra la democracia. Aquí habrá que recordar a Pascual Lainosa (presidente de la Junta Central Fallera en la época en la que se llamaba a los festeros a la violenta algarabía del 9 d'Octubre) cuando confesaba que "el supercapitalismo catalán tiene la culpa" y que los valencianos "tenemos más en común con los andaluces que con los catalanes".

Pero no hablemos "de política", porque es fundamentalmente una cuestión estética y cultural la que distingue a esta singular falla del pelotón. Mientras otras comisiones se resignan fácilmente con el barroquismo, la coentor y la sátira retrógrada en sus monumentos, Na Jordana ha aceptado o buscado propuestas innovadoras en formas y contenidos. Ma non troppo, que tampoco se aspira a transmitir un mensaje elitista que pueda resultar incomprensible para su barrio o para quienes la visiten. Este nuevo modo de diseñar, construir y explicar los monumentos ha contado con colaboradores de excepción, como el desaparecido Manolo Martín y el vivísimo Ortifus (inolvidable aquel Pinocho de "la pinochada universal", reflexión sobre la mentira y la hipocresía...). Es verdad que en ocasiones han tenido que dar paso a formas más "clásicas" ante la imposibilidad de obtener el máximo galardón con "sutilezas", pero siempre huyendo de lo grosero y escatológico, de la opulencia chabacana y el sainete.

Los contenidos son importantes y por eso Na Jordana ha recibido el reconocimiento de diversos colectivos. Lambda la ha distinguido "por su contribución al respeto hacia los gays y lesbianas", hacia la salida del armario, la visibilidad gay y haberse "atrevido" a nombrar como fallera mayor a Alaska, icono gay por excelencia.

Obviamente, los llibrets también son especiales, lo mismo que la forma que adopta la convivencia fallera y su relación con el entorno donde planta sus raíces. El lema de la fiesta, Carme, t'estime, indica que la comisión no es ajena a las carencias del barrio.

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No es que tengan nada contra la consabida paella gigante, pero en el homenaje al vecindario, por ejemplo, lo que se guisa es arrós amb fesols i naps y el ruido lo pone la antigua tradición de la "traca corrida". Las presentaciones falleras obvian los tópicos desfiles, mantenedores y playback, y consisten en números teatrales y actuaciones musicales con mucho humor fallero de verdad: sarcasmo, crítica y autocrítica.

Para que se hagan una idea, las pegatinas de Na Jordana a finales de los años 70 reproducían lemas como Amb voluntad de ser tot és posible y De ningú no desconfíe si confíe en mi mateix.

Desde hace seis años el patriotismo de este grupo de entusiastas bajo el liderazgo indiscutible de los Borrego se plasma alrededor del 9 d'Octubre en una lectura pública del Tirant. Una obra tan adecuada a la fiesta por satírica antes que lírica, homenajeada por más de 600 valencianas y valencianos, falleros o no, de toda clase y condición. Audiovisuales, cuenta cuentos, exposiciones, café teatro, conferencias, dramatizaciones...demuestran que Na Jordana es algo más que una falla. Por cierto que la primera lectura acabó con un memorable concierto de dolçaina y percusión de La Inestable. Bravo también por ellos.

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