Reportaje:

Arte colosal en la Puerta del Sol

Nace un museo de escultura en el patio de la Academia de Bellas Artes de San Fernando

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto a la Puerta del Sol, ha transformado su patio cubierto en museo de escultura clásica, el último de los creados en Madrid y uno de los más ricos. Ésa será la sorpresa que podrá exhibir en la Noche en Blanco del próximo día 23. Para ello, la espléndida docena de estatuas que mostraba en su superficie han sido restauradas, ordenadas luego y jerarquizadas, amén de agrupadas por afinidades temáticas.

No se trata de réplicas cualesquiera, sino de algunas de las más importantes esculturas de las que Diego Velázquez -además de pintor de Co...

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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto a la Puerta del Sol, ha transformado su patio cubierto en museo de escultura clásica, el último de los creados en Madrid y uno de los más ricos. Ésa será la sorpresa que podrá exhibir en la Noche en Blanco del próximo día 23. Para ello, la espléndida docena de estatuas que mostraba en su superficie han sido restauradas, ordenadas luego y jerarquizadas, amén de agrupadas por afinidades temáticas.

No se trata de réplicas cualesquiera, sino de algunas de las más importantes esculturas de las que Diego Velázquez -además de pintor de Corte, aposentador real del monarca Felipe IV- se trajo de Italia en su viaje, por encomienda regia, en 1653. También hay esculturas de la colección del artista Rafael Mengs, el más influyente pintor de la corte borbónica carolingia, un siglo después del viaje de Velázquez.

El trasunto de las efigies y relieves es mitológico e histórico. Figuran desde un luchador y un filósofo cínico hasta un sátiro danzante, dos Silenos, un Apolo Belvedere, Venus, Prometeo y Ariadna... con la prodigiosa escultura de Laocoonte como pieza central. Son yesos que datan del siglo XVII, XVIII y XIX, señaladamente de las dos primeras centurias. Fueron encargados por Velázquez tras haberse dotado de sus moldes-copia en su viaje italiano entre 1649 y 1653. Se despliegan sobre una superficie de 14 metros de longitud por nueve de anchura, flanqueada en sus extremos por dos muros de tres arcadas, la central palladiana, cruzada por un pasillo alfombrado en color gris perla, sobre el que es posible el paso de automóviles hacia el estacionamiento del edificio académico.

"Hasta hace poco, la sala se usaba únicamente en los días soleados para convocar cócteles de actos académicos, pero ahora, no solo por hallarse a cubierto, sino además, por verse dotada de megafonía y calefacción, recién instaladas, admite su visita y empleo todos los días del año", explica Emmanuela Gambini, arquitecto responsable de la conservación y restauración de la Academia.

El suelo del patio ha sido tratado a conciencia, para desplegar bajo él un sistema de conductos por donde discurre agua que irradia con su calor toda la estancia y que convierte en confortable la visita, de acceso gratuito. Se denomina suelo radiante y consta de un mallazo que contiene una capa de comprensión y un mortero protector para afianzarlo.

En cuanto a la superficie visible del suelo, ha sido en una parte ampliamente lustrada -abujardada- y en la otra, tratada con piedra pómez -apomezada, dice Gamibini- "de manera tal que brille sin destellar, ya que la iluminación de ambas salas del patio es potente, por tratarse de un ámbito umbrío".

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La estatuaria siempre ha estado en el corazón mismo de la Academia de Bellas Artes, que cuenta con la única copia existente en el mundo de las puertas del baptisterio de Santa Maria dei Fiore, en Florencia. En la ideación del nuevo museo ha sido pionero el académico José María Luzón.

El Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando posee, además, la mejor colección de lienzos de Goya tras la del Prado, y obras de Arcimboldo, Velázquez, Zurbarán, Ranc... Eso sí, mantiene varias salas cerradas por problemas de personal aún no resueltos.

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Alcalá, 13.

Hércules y Flora

Hércules Farnese y una espléndida Flora, ambas estatuas de hasta seis metros, se enfrentan a ambos lados de la entrada principal de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

José María Luzón dirige la restauracion de las dos extraordinarias esculturas, que decoraban el palacio Farnese de Nápoles. El Hércules se basa en la macroefigie del dios del siglo IV antes de Cristo y del cual fue hallada en las termas de Caracalla una pierna que sirvió para su reconstrucción por Guglielmo della Porta, discípulo de Miguel Ángel.

Las dos grandes efigies fueron traídas por Velázquez en su viaje entre 1649 y 1653, y pagó por ambas 180 escudos romanos.

En las próximas semanas culmina su restauración minuciosa, a base de análisis con rayos gamma y técnicas nuevas de limpieza de yesos que ha hecho un equipo de profesionales: Silvia Viana, Ángeles Solís y Judith Gasca, laureado con el premio Nacional de Restauración 2004.

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