Análisis:

Bancarización desigual

El Fondo Monetario Internacional (FMI) lleva tiempo interesado en la actividad de los sistemas financieros. Razones no le faltan. La inestabilidad financiera ha sido una de las causas principales de pérdida de riqueza y bienestar en las tres últimas décadas. La dimensión financiera del proceso de globalización ha sido mucho más intensa y sofisticada que los medios disponibles para su control. Las últimas crisis globales impulsaron el desarrollo de herramientas analíticas y de seguimiento de los sistemas financieros nacionales, pero también de los mercados de capitales, cada vez menos nacionale...

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El Fondo Monetario Internacional (FMI) lleva tiempo interesado en la actividad de los sistemas financieros. Razones no le faltan. La inestabilidad financiera ha sido una de las causas principales de pérdida de riqueza y bienestar en las tres últimas décadas. La dimensión financiera del proceso de globalización ha sido mucho más intensa y sofisticada que los medios disponibles para su control. Las últimas crisis globales impulsaron el desarrollo de herramientas analíticas y de seguimiento de los sistemas financieros nacionales, pero también de los mercados de capitales, cada vez menos nacionales en su configuración efectiva.

Los informes de estabilidad financiera que realizan los bancos centrales nacionales y algunas instituciones multilaterales, el FMI entre ellos, son piezas analíticas muy útiles. Jaime Caruana, ahora responsable del Departamento de Mercados Monetarios y de Capitales del Fondo, acaba de presentar la edición de septiembre. Pocos días antes, el responsable del Departamento de Investigación hizo lo propio con el World Economic Outlook, que incorpora un muy sugerente capítulo destinado al análisis comparado de los sistemas financieros nacionales (http://www.imf.org/external/pubs/ft/weo/2006/02/pdf/c4.pdf.).

La orientación a los mercados o el predominio de los bancos son los criterios diferenciadores de la intermediación entre familias y empresas

La orientación a los mercados o el predominio de los bancos son los tradicionales criterios diferenciadores de las tareas de intermediación entre familias y empresas. El anonimato frente a las relaciones de largo plazo entre prestamistas y prestatarios. Los de Australia, Holanda, Estados Unidos y Reino Unido serían sistemas financieros prototípicos del primer grupo. Alemania, Francia, Italia, Japón y España pertenecerían al segundo. Las implicaciones que se derivan de la hegemonía de uno u otro modelo influyen, y mucho, en aspectos como el acceso a la información pública, simetrías en el tratamiento legal, fluidez del mercado de control corporativo y, en definitiva, en la eficiencia con que se lleva a cabo esa canalización de recursos financieros. Lo que el FMI analiza en concreto es la influencia de cada uno de esos modelos en el comportamiento de las familias y empresas ante discontinuidades cíclicas, un ámbito poco explorado hasta ahora. La significación práctica de un aspecto tal es hoy día grande, a tenor de las posiciones de endeudamiento de los agentes en la mayoría de los países analizados, y la senda alcista en los tipos de interés.

El análisis de los 18 países analizados, España entre ellos, concluye en la construcción de un índice relevante para la identificación de esa relación entre la estructura de los sistemas financieros y el entorno macroeconómico. Su conformación descansa en tres criterios: el grado de intermediación bancaria tradicional, el papel de la nueva intermediación financiera y la importancia de los mercados financieros. En cierta medida, el índice trata de ser expresivo del desarrollo financiero de los países. Y éste se corresponde en esencia, con un menor grado de bancarización, con un mayor protagonismo de los mercados financieros. La tendencia a la convergencia que destaca el informe viene determinada por la pérdida de peso en la práctica totalidad de los países de la intermediación bancaria tradicional. Hay, sin embargo, que relativizar el alcance de la misma, en la medida en que los propios bancos son los responsables del adelgazamiento de sus activos y la distribución del riesgo de los mismos. La conclusión, necesariamente provisional, es que el modelo basado en los mercados, en su conjunto, garantizaría una menor vulnerabilidad a los ciclos económicos.

Estando España entre las economías bancarizadas, su desarrollo financiero reciente es mas intenso que el promedio de su grupo. Es cierto que la relativa concentración que ha experimentado el sistema bancario español, en cierta medida compensado por el mantenimiento de una población amplia de cajas de ahorros, no ha determinado precisamente una caída de la eficiencia en el proceso de intermediación. El lector puede sorprenderse, con razón, al observar el caso de Italia con el mayor grado de desarrollo financiero de la eurozona. Ello es debido, probablemente, al peso asignado a uno de los componentes del índice: el número de entidades bancarias, asimilado, de forma probablemente simplista, a una supuesta mayor competencia en ese sector. Son servidumbres de este tipo de índices, amparados en la búsqueda de la simplicidad de muchas hipótesis, que no invalidan el conjunto del análisis, y buena parte de sus conclusiones.

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