La derecha sueca amenaza con poner fin a 12 años de hegemonía socialdemócrata

El desencanto de los votantes y el desempleo juvenil pueden propiciar un cambio de Gobierno

Los suecos se preparan para vivir el próximo domingo una jornada electoral de infarto con un resultado que puede acabar decidiéndose por foto-finish en lo que ya parece una tendencia europea tras los recientes casos de Italia y Alemania. Las encuestas auguran un virtual empate entre el Partido Socialdemócrata, que lidera el primer ministro Göran Persson, y sus aliados del Partido de la Izquierda (ex comunista) y del Medio Ambiente, y la llamada Alianza por Suecia, la coalición de cuatro partidos del centro derecha que se presentan por primera vez bajo un programa común.

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Los suecos se preparan para vivir el próximo domingo una jornada electoral de infarto con un resultado que puede acabar decidiéndose por foto-finish en lo que ya parece una tendencia europea tras los recientes casos de Italia y Alemania. Las encuestas auguran un virtual empate entre el Partido Socialdemócrata, que lidera el primer ministro Göran Persson, y sus aliados del Partido de la Izquierda (ex comunista) y del Medio Ambiente, y la llamada Alianza por Suecia, la coalición de cuatro partidos del centro derecha que se presentan por primera vez bajo un programa común.

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La Alianza, encabezada por un renovado Partido Moderado y su joven líder, Fredrik Reinfeldt, de 40 años, ha sabido poner en pie un mensaje de cambio sin amenazar los principios básicos del estado de bienestar sueco y aprovecharse del cansancio de muchos votantes tras 12 años ininterrumpidos de Gobiernos socialistas.

Tras registrar hace cuatro años uno de los peores resultados de su historia, con sólo el 15% de los votos, los políticos del Partido Moderado respiran estos días optimismo por cada uno de sus poros. "Nos hemos renovado, tenemos un nuevo liderazgo y al formar la Alianza hemos allanado el camino para ser una verdadera alternativa de Gobierno", afirma Tobias Billström, diputado, de 32 años, y uno de los jóvenes leones de la nueva derecha. Billström resume las tres razones que, en su opinión, le van a dar la victoria: "Los socialistas llevan demasiado tiempo en el poder, la gente ve que no crece el número de empleos, sobre todo en el sector privado, y que los inmigrantes no se integran en el mercado de trabajo porque el coste de emplearlos es muy alto y hay que frenar la delincuencia".

El paro, sobre todo entre los jóvenes, ha sido el caballo de batalla de las elecciones. Pese a que Suecia vive una auténtica bonanza económica en los últimos años con un crecimiento de más del 5% sólo en el segundo cuatrimestre del año, una inflación del 1,2% y unos tipos de interés en el 2,75%, la derecha ha insistido durante toda la campaña en que las cifras oficiales del desempleo, en torno al 6% y casi el doble entre el colectivo de inmigrantes, tienen demasiado maquillaje.

Lacras del sistema

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Según los datos de la derecha, uno de cada cinco suecos en edad de trabajar está fuera del mercado laboral y uno de cada cuatro menores de 25 años está en paro. Billström cifra en 1,5 millones el número de parados, al sumar al dato oficial a todas aquellas personas ocupadas en programas de formación gubernamentales, a los que han sido obligados a jubilarse anticipadamente, a los estudiantes que continúan sus estudios porque no encuentran el trabajo que les gusta y a los empleados con bajas de larga duración, una lacra ésta última del sistema sueco junto con el absentismo laboral que consume cada año ingentes recursos públicos.

El empeño de la derecha en el problema del paro y su énfasis en la necesidad de reducir los impuestos a quienes menos cobran y fomentar el trabajo individual y la iniciativa de los pequeños empresarios ha llevado al Partido Moderado a autotitularse en sus carteles electorales como "el nuevo partido de los trabajadores suecos". También ha suavizado sus ataques de antaño al estado de bienestar, plenamente conscientes de que éste es ya una seña de identidad nacional -los socialdemócratas han gobernado Suecia solos o en coalición con otros partidos, 65 de los últimos 74 años-, haciendo hincapié en la "sociedad del bienestar" en vez de en el Estado.

De hecho, del programa común pactado con el Partido Liberal, el Partido de Centro y los democristianos se cayeron polémicas iniciativas como permitir el despido sin justificación de los menores de 26 años, como la pretendida en Francia por Dominique de Villepin, o la obligación de que los inmigrantes conozcan el sueco para adquirir la nacionalidad.

Para Oscar Stenström, vicesecretario de relaciones internacionales del Partido Socialdemócrata, "la derecha no ha cambiado de política sino de retórica. Siguen hablando de reducir los impuestos y al tiempo de mantener el estado de bienestar. Eso es imposible. Este país no es EE UU. Aquí, si preguntas a la gente si quiere pagar más impuestos por mejorar los servicios todo el mundo te dirá que sí". Lo suecos pagan más del 50% en el impuesto sobre la renta y a cambio reciben unas prestaciones sociales extraordinarias.

Stenström sí reconoce que su talón de Aquiles es la permanencia en el poder, y es consciente de que incluso en sus propias filas hay quienes consideran conveniente un cambio aunque sea tan solo durante una legislatura.

Göran Persson, de 57 años, primer ministro desde 1996 tras suceder en el cargo a Ingvar Carlsson y conocido como "Han som bestämmer", "el que decide", carece de heredero tras el asesinato de Anna Lindht, hace justo esta semana tres años, y existen fuertes rumores de una retirada anticipada incluso en el caso de vencer en las elecciones.

Daniel Borg, de 24 años, no fue a la universidad y nunca ha tenido un trabajo a jornada completa, sólo empleos provisionales descargando bultos en un almacén -"Allí aprendí un montón de palabras árabes y turcas"- o en telemarketing. Ayer acudió a un mitin socialdemócrata en la Estación central de Estocolmo. Está decidido a votar pero aún no sabe a quién: "Me gustan los socialistas pero quiero mejores condiciones para los trabajadores autónomos. Creo que va a ganar la Alianza".

El primer ministro sueco, Göran Persson, habla en un mitin el pasado miércoles en Nykoping.REUTERS

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