Cartas al director

Impotencia

La impotencia está de moda. Eso, al menos, lo sugiere el uso lingüístico de víctimas, sean del tipo que sean. Reina la impotencia frente a las fuerzas de la naturaleza, frente a los estragos de la violencia y hasta frente a calles ruidosas insoportables en las cuales, al fin y al cabo, hemos elegido vivir. La impotencia sale a relucir con la inmigración masiva y también al observar maltratos a animales, como por ejemplo el diletantismo taurino. La impotencia, en definitiva, es un sentimiento inherente a la vida y no se trata de menospreciarla. Lo que sí molesta es que sólo veamos aquella impot...

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La impotencia está de moda. Eso, al menos, lo sugiere el uso lingüístico de víctimas, sean del tipo que sean. Reina la impotencia frente a las fuerzas de la naturaleza, frente a los estragos de la violencia y hasta frente a calles ruidosas insoportables en las cuales, al fin y al cabo, hemos elegido vivir. La impotencia sale a relucir con la inmigración masiva y también al observar maltratos a animales, como por ejemplo el diletantismo taurino. La impotencia, en definitiva, es un sentimiento inherente a la vida y no se trata de menospreciarla. Lo que sí molesta es que sólo veamos aquella impotencia que nos pinta Televisión Española Internacional. Los que viven en el extranjero se llevan una imagen frívola de las preocupaciones españolas. Nada se sabe de los abusos de poder por parte de algunas administraciones locales frente a sus ciudadanos, no hay reflexiones críticas ni periodistas hambrientos de sabiduría. Los españoles en el extranjero vemos una España "descafeinada" con un gallego apaleando a su perro, como si nos diera gusto contemplar algo tan horrendo durante segundos. Si no censuran imágenes así de vulgares los programas televisivos persiguen el voyeurismo y no, como debería ser, el educar informando.

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