Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL

¿Lección emergente?

Durante los últimos años, las divisas de la mayor parte de países emergentes han mostrado un comportamiento distinto al que nos tenían acostumbrados. Pese a la sobrevaloración que muestran algunas de ellas en términos de paridad de poder adquisitivo y al endurecimiento de las políticas monetarias en casi todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, no se han depreciado y han respondido en mayor medida a la evolución de las balanzas de pagos de sus respectivos países.

Es sencillo explicar el flujo de capital desde economías con mayor capital acumulado a otras con menor stock si...

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Durante los últimos años, las divisas de la mayor parte de países emergentes han mostrado un comportamiento distinto al que nos tenían acostumbrados. Pese a la sobrevaloración que muestran algunas de ellas en términos de paridad de poder adquisitivo y al endurecimiento de las políticas monetarias en casi todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, no se han depreciado y han respondido en mayor medida a la evolución de las balanzas de pagos de sus respectivos países.

Es sencillo explicar el flujo de capital desde economías con mayor capital acumulado a otras con menor stock si se asume que la rentabilidad marginal del capital es menor en las primeras que en las segundas. Partiendo de esta lógica, y asumiendo que el capital puede circular libremente sin impedimentos allí donde su rentabilidad es mayor, si el ahorro interno en un país es inferior a sus necesidades de inversión la diferencia puede cubrirse con entradas de flujos extranjeros. Sin embargo, el proceso al que estamos asistiendo es el contrario: existe una demanda neta internacional de instrumentos financieros de países desarrollados, mostrando los países emergentes un superávit por cuenta corriente. Son estos últimos los que están prestando su ahorro al resto del mundo.

Las divisas de la mayor parte de países emergentes no se han depreciado y han respondido a sus respectivas balanzas de pagos

La situación es producto de un incremento significativo de su ahorro, manteniendo a la vez reducidos niveles de inversión local, derivados de una mayor exigencia de rentabilidad por parte de inversores tanto nacionales como internacionales. La causa es sencilla: la rentabilidad real de un país no es sólo función de su rentabilidad potencial en los términos descritos anteriormente, sino que también es relevante su capacidad de canalizar fondos (a través del sistema financiero) y absorberlos (un país con escaso desarrollo financiero difícilmente puede afrontar inversiones en proporción al poco capital acumulado).

De la situación actual se puede extraer una importante consecuencia no exenta de debate. Si bien es cierto que el superávit por cuenta corriente ha permitido una histórica estabilidad cambiaria en los países emergentes, dicha situación podría ser consecuencia de un sorprendente reducido nivel de inversión en estos países, que condicionaría significativamente su crecimiento potencial.

Alfonso García Mora y Carlos Maravall Rodríguez son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.

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