El obispo Blázquez cree que el proceso de paz se fortalecerá si ETA pide perdón a sus víctimas

Juan María Uriarte reclama distensión y diálogo a los "responsables" de la pacificación

El obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, volvió a pronunciarse ayer públicamente sobre la marcha del incipiente proceso de paz, lo que no hacía desde mediados de mayo, y destacó que la esperanza de la sociedad saldría fortalecida "si los terroristas reconocen el mal que han causado". Su homólogo donostiarra, Juan María Uriarte, aprovechó también su homilía en la misa de la festividad de ayer para solicitar "a los principales responsables de la paz" que muestren signos inequívocos de "distensión", "acercamiento mutuo" y de "flexibilidad en sus posiciones"....

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El obispo de Bilbao y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, volvió a pronunciarse ayer públicamente sobre la marcha del incipiente proceso de paz, lo que no hacía desde mediados de mayo, y destacó que la esperanza de la sociedad saldría fortalecida "si los terroristas reconocen el mal que han causado". Su homólogo donostiarra, Juan María Uriarte, aprovechó también su homilía en la misa de la festividad de ayer para solicitar "a los principales responsables de la paz" que muestren signos inequívocos de "distensión", "acercamiento mutuo" y de "flexibilidad en sus posiciones".

Blázquez hizo una escueta referencia al proceso abierto por la declaración de alto el fuego de ETA del pasado marzo, durante la celebración de la patrona de Vizcaya, la Virgen de Begoña. En su basílica, abarrotada de fieles, el presidente de la Conferencia Episcopal sostuvo que ese pronunciamiento etarra "significó el comienzo de una nueva esperanza, sin eliminar del todo los sentimientos de precaución y prudencia". Mostró su confianza en que esa esperanza de la sociedad se mantenga "a pesar de las incertidumbres, inquietudes y confusiones", pero dejó claro que la misma saldría fortalecida "si los terroristas reconocen el mal que han causado a las personas, a las familias y al pueblo". A renglón seguido, el prelado pidió a Dios "que conceda a los terroristas el valor para pedir perdón a quienes han sido víctimas de sus acciones".

Antes de hablar de ETA, Blázquez había aludido indirectamente a la necesidad de una reconciliación social al destacar que "los proyectos y las actuaciones de paz se fraguan cuando las personas superan la amargura y la maldad, el resentimiento y el odio". Tras la misa, y ya fuera de la basílica, Blázquez se acercó a los periodistas y volvió a incidir en el contenido de su homilía, añadiendo votos por que "la violencia sea erradicada totalmente" y "nadie se sienta amenazado".

Perdón y reconciliación han sido dos de las bases de las manifestaciones públicas que Blázquez ha hecho desde la declaración de alto el fuego. En la última, el 17 de mayo, en un foro periodístico en Madrid, ya había abogado por el perdón como fórmula para cerrar las heridas que ha dejado el terrorismo. Al tiempo, confesaba sentir la "esperanza" de estar cerca del fin, manteniendo "gran precaución".

El obispo donostiarra, Juan María Uriarte, mediador en las negociaciones que el Gobierno de José María Aznar mantuvo con ETA en 1999, ha incidido de forma preferente en sus pronunciamientos, más numerosos, en la importancia de la unidad política para que avance el proceso de paz. Ayer, desde el púlpito de la donostiarra basílica de Santa María, instó a los "principales responsables de la paz" a ofrecer a los ciudadanos "signos políticos de distensión, de acercamiento mutuo, de diálogo auténtico y de grandeza de alma para anteponer el bien de la paz a los intereses partidarios". La sociedad precisa "más que nunca mantener una esperanza activa y paciente" para que "ante episodios desconcertantes y momentos sombríos" no se desmorone "pasando de la ilusión a la decepción", añadió. Uriarte abundó en el compromiso eclesial con el proceso de paz, del que la Iglesia "no puede, ni debe, ni quiere permitirse situarse al margen".

[Dos diarios publicaron ayer una entrevista con el ex obispo de San Sebastián, José María Setién, quien cree "muy grave" que se esté "mezclando la supresión de la violencia con el diálogo político para la normalización"].

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De los tres prelados vascos, el titular de la diócesis de Vitoria, Miguel Asurmendi, ha sido desde el anuncio de tregua el que menos ha hablado públicamente al respecto -no suele prodigarse en comentarios políticos- y el que se ha mostrado más escéptico. Asurmendi también eligió como tribuna su homilía en la misa del día grande de las fiestas de Vitoria, el 5 de agosto, para advertir de que la esperanza de paz "se va haciendo débil" ante las "dificultades" que surgen "día a día", que no llegó a concretar. Añadió que la paz "a cualquier precio no es un bien deseable".

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