Los vecinos de la anciana asesinada en Vitoria dicen sentir miedo otra vez

En 1998 fue asesinado, a dos portales, el cordelero Acacio Pereira

Los vecinos de Pilar Achaerandio Fernández, cuyo cadáver fue descubierto el domingo al mediodía en número 27 de la calle Paz, en Vitoria con varios golpes en la cabeza, vuelven a sentir miedo. Ocho años después de que el asesinato de Acacio Pereira irrumpiera en sus vidas a dos portales del de Pilar, los vecinos aprecian varias coincidencias. El crimen de Pereira sigue sin resolver y las dos víctimas arrastraban fama de tener mucho dinero.

La autopsia practicada al cadáver de la anciana ha confirmado que se trata de un homicidio, según informó ayer la Ertzaintza. El trabajo de los foren...

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Los vecinos de Pilar Achaerandio Fernández, cuyo cadáver fue descubierto el domingo al mediodía en número 27 de la calle Paz, en Vitoria con varios golpes en la cabeza, vuelven a sentir miedo. Ocho años después de que el asesinato de Acacio Pereira irrumpiera en sus vidas a dos portales del de Pilar, los vecinos aprecian varias coincidencias. El crimen de Pereira sigue sin resolver y las dos víctimas arrastraban fama de tener mucho dinero.

"Hace poco hablamos del crimen sin resolver del cordelero y mira de nuevo", dice una vecina

La autopsia practicada al cadáver de la anciana ha confirmado que se trata de un homicidio, según informó ayer la Ertzaintza. El trabajo de los forenses ha determinado que los golpes que presentaba en la cabeza Pilar Achaerandio Fernández de Añastro, de 75 años de edad, no fueron accidentales, sino provocados por uno o varios objetos contundentes. Las diligencias del caso, que investiga la Ertzaintza, se encuentran bajo secreto de sumario.

Pilar estaba casada con uno de los propietarios del Garaje Moderno, concesionario en la ciudad de la marca Ford, y vivía junto a su marido, enfermo de Alzheimer, al que cuidaba.

Los vecinos la oyeron por última vez el mismo domingo a eso de las diez de la mañana cuando bajó con su marido para que los servicios de asistencia lo cogieran para trasladarlo a un hospital de día, donde permanecía hasta media tarde.

El cadáver fue encontrado en torno a las dos de la tarde del domingo por el hijo de la víctima. Su madre estaba tendida en el suelo del dormitorio, cubierta de sangre, y con varios golpes en la cabeza que le habían provocado pérdida de masa encefálica.

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Aunque había sangre en un radiador y no se descartó en principio la posibilidad de que hubiera sufrido un accidente, la Ertzaintza confirmó ayer que Pilar Achaerandio había sido asesinada. La puerta de acceso a la sexta planta en la que vivía junto a su marido no había sido forzada.

"Hace unos días estuvimos hablando varios vecinos sobre el asesinato del cordelero, [Acacio Pereira] que todavía seguía sin resolverse, y mira ahora otra vez", aseguró ayer una vecina del barrio que compraba pan en la esquina de las calles Francia y Santiago. "Pilar venía a comprar aquí y de verdad que estas cosas dan mucho miedo, sobre todo porque en el barrio hay muchas personas mayores que viven solas", responde la tendera.

Durante la ola de asesinatos que se produjo en Vitoria, cinco en total en un periodo de nueve meses entre finales de 1997 y el verano de 1998, se dieron varias coincidencias que parecen prolongarse en el suceso del pasado domingo.

En aquellos casos coincidía que las víctimas eran personas mayores que vivían solas, -en el caso de Pilar no, pero su marido estaba fuera prácticamente todo el día-, se regían por unas costumbres bastante inalterables, y además tenían fama en el barrio de adinerados.

Con Acacio Pereira sus asesinos se equivocaron porque no tenía dinero, pero eso no le salvó de una muerte cruel. Fue encontrado atado a una silla y lo golpearon hasta morir, posiblemente para forzarle a revelar donde se encontraba el botín que pretendía su asesino.

Fuentes de la investigación no quisieron revelar ayer si los agentes manejan ya como móvil el robo en el caso de Pilar. La familia sí que ha echado en falta algunos objetos del piso, pero al no ser especialmente valiosos, de momento no se han decantado por esa tesis como eje central para centrar la búsqueda del asesino.

Según fuentes de la investigación se trataba de un escenario del crimen confuso. Tampoco apareció el arma homicida en el escenario. Por esa razón los investigadores se pasaron parte del domingo inspeccionando todas las papeleras y alcantarillas de la calle Paz. "Volvemos a tener miedo", dijo ayer otra vecina que vive con su hija en la esquina de la calle Portal del Rey.

Todavía recuerda con claridad la visita de los investigadores en su domicilio tras el asesinato del cordelero. Buscaban coincidencias en tres crímenes sin resolver. Ahora ya son cuatro.

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