Crítica:NOVEDADES

Cangrejos felices en un restaurante de cuento

Si alguna vez ha pensado que los cangrejos pueden ser felices, Javier Mariscal y Fernando Salas comparten esa idea. Dentro del restaurante Ikea, en Vitoria, ellos hacen de los cangrejos una cuestión importante, que se convierten, como la silla Julián para Magis (2004), en unos singulares y divertidos muebles-mascota. Ikea es el último proyecto de esta pareja de creadores. El restaurante, abierto hace unos meses, cuenta con más de 400 metros cuadrados, divididos en planta baja y semisótano, y 25 años de experiencia con el cocinero José Ramón Berriozabal al mando de un equipo que apuesta por los...

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Si alguna vez ha pensado que los cangrejos pueden ser felices, Javier Mariscal y Fernando Salas comparten esa idea. Dentro del restaurante Ikea, en Vitoria, ellos hacen de los cangrejos una cuestión importante, que se convierten, como la silla Julián para Magis (2004), en unos singulares y divertidos muebles-mascota. Ikea es el último proyecto de esta pareja de creadores. El restaurante, abierto hace unos meses, cuenta con más de 400 metros cuadrados, divididos en planta baja y semisótano, y 25 años de experiencia con el cocinero José Ramón Berriozabal al mando de un equipo que apuesta por los sabores alaveses. Ikea significa en euskera colina. De ahí partieron Mariscal y Salas para ejecutar esta renovación. Ellos mismos aclaran en su web que el interior es "una casita de cuento en medio de un bosque de edificios". ¿Cómo han contrarrestado el exterior urbano? Inventándose un particular bosque de hayas y robles en el interior. A la entrada, un gran rótulo metálico en gris oscuro y naranja con el nombre del local pone la nota moderna. La gráfica, como en tantos otros proyectos de Javier Mariscal, véase la undécima planta del hotel Puerta América de Madrid, distingue y da unidad -los aseos de Ikea se ubican tras un muro gráfico en forma de U del mismo Mariscal-.

Restaurante Ikea

Calle Castilla, 27. 01027 Vitoria, Alava. Teléfono 945 14 47 47. www.restauranteikea.com. Menú de degustación, 60 euros.

Metáfora culinaria

El acceso se realiza por una escalera flanqueada por dos muros vegetales. Un sobrio vestíbulo acoge a los comensales. Madera de roble y otras autóctonas, piedra caliza y de granito, se usan en todo el interior con la intención de aunar lo autóctono y lo contemporáneo. Los materiales naturales, sin pulir, dejan ver vetas y nudos. Se trata de que muestren su imperfección, de conseguir un aire de rudeza sofisticada, una metáfora de la cocina de Berriozabal, "que no desdeña incorporar materias primas que no pertenecen al recetario más tradicional".

Continuando el paseo por la planta baja, llama la atención el comedor principal. Se trata de un espacio diáfano en el que la madera aporta calidez, da ese aire de bosque de caserío, y donde iluminación e insonorización se han mimado. Aquí, los cangrejos de Javier Mariscal, luminarias de resina con fibra óptica, penden sobre las mesas en una especie de baile onírico y surreal.

En este nivel (y en el semisótano) existen unas pequeñas salas con capacidad para ocho comensales ideales para cenas privadas. Los dos comedores de la planta baja se abren al patio inglés, que aporta asimismo reflejos de luz natural al comedor principal. Otro de los lugares destacados es la carpa anexa al restaurante, con capacidad para 90 comensales. En el interior, Salas y Mariscal han proyectado una cúpula de listones de madera de haya que parecen querer tocarse. Además de los cangrejos, el corazón de Ikea es la bodega. En unas neveras climatizadas se conservan vinos de muy distintas procedencias y añadas.

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