Don Emilio y el Día del Padre

Ascensión vio el jueves, por última vez, a su padre Emilio R.G. Fue en el Instituto Anatómico Forense, para reconocer su cuerpo sin vida. No hablaba con él desde el pasado 19 de marzo, cuando celebraron juntos el día del padre. Emilio R.G., un portero jubilado de 72 años, falleció días después sobre su cama. Así pasó cuatro meses sin que nadie se preocupara por él. Su cadáver fue encontrado el jueves por el administrador de la casa donde vivía y un amigo del fallecido.

"Le comuniqué la noticia a su hija, de unos 50 años, que parecía sorprendida. Más tarde me preguntó: ¿Qué se hace en un...

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Ascensión vio el jueves, por última vez, a su padre Emilio R.G. Fue en el Instituto Anatómico Forense, para reconocer su cuerpo sin vida. No hablaba con él desde el pasado 19 de marzo, cuando celebraron juntos el día del padre. Emilio R.G., un portero jubilado de 72 años, falleció días después sobre su cama. Así pasó cuatro meses sin que nadie se preocupara por él. Su cadáver fue encontrado el jueves por el administrador de la casa donde vivía y un amigo del fallecido.

"Le comuniqué la noticia a su hija, de unos 50 años, que parecía sorprendida. Más tarde me preguntó: ¿Qué se hace en un caso así?", explicaba ayer Antonio Carabaña, el administrador que contactó con la familia de don Emilio, como todo el mundo le conocía. Carabaña consiguió hablar con Ascensión, la hija del fallecido que vive en Tres Cantos (Madrid), a través de una hermana de don Emilio residente en Barcelona. "Con razón no me cogía el teléfono", afirmó la hermana al enterarse. "Le gustaba vivir en soledad, no tenía mucha relación con la familia", añadió. "Cuando me mudé a Tres Cantos le ofrecí una habitación para que viniera a vivir conmigo", comentó ayer al administrador la hija del fallecido antes de acudir a la casa de su padre en la calle de Alcántara.

Para sus vecinos, Don Emilio era una persona simpática, educada y sobre todo elegante. "Soy el viejo con más clase del barrio de Salamanca", solía bromear con sus conocidos del bar situado en el mismo portal de su casa.

"Le preocupa que le critiquen por abandonar a su padre", comenta Carabaña sobre la hija de don Emilio. Según relató el administrador, cuando ella llegó a la casa, él le preguntó: "¿Era necesario llegar a este extremo?". "Le llamas, no te lo coge y piensas: Ya le llamaré", contestó su hija.

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