Columna

La troika

Nuestra troika, la de las comarcas valencianas del norte no es un trineo; es la imagen del poder administrativo y político que acapara desde hace una década la derecha desarrollista; una imagen que arrastran, por ejemplo, Víctor Campos, vicepresidente del gobierno autónomo valenciano, Rubén Ibáñez, diputado provincial, y Francisco Martínez, alcalde y promotor principal de polígonos industriales e incineradoras por donde La Vall d'Alba en la subcomarca del Pla de l'Arc. Sombras los tres de Carlos Fabra. Y los tres anunciaron ese otro día la paralización del proyecto de construcción de una plant...

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Nuestra troika, la de las comarcas valencianas del norte no es un trineo; es la imagen del poder administrativo y político que acapara desde hace una década la derecha desarrollista; una imagen que arrastran, por ejemplo, Víctor Campos, vicepresidente del gobierno autónomo valenciano, Rubén Ibáñez, diputado provincial, y Francisco Martínez, alcalde y promotor principal de polígonos industriales e incineradoras por donde La Vall d'Alba en la subcomarca del Pla de l'Arc. Sombras los tres de Carlos Fabra. Y los tres anunciaron ese otro día la paralización del proyecto de construcción de una planta incineradora de residuos tóxicos y otros desperdicios en el término municipal del alcalde Martínez, quien además de munícipe principal de La Vall d'Alba es vicepresidente de la provincial Diputación. Hablaba, pues, el poder local, provincial y autonómico, donde lo haya, y hablaba presionado por miles de ciudadanos de la subcomarca del Pla de l'Arc que no aceptan de grado las altas torres y el humo que produce la quema de residuos en el horizonte de su cotidiana existencia. Miraban de soslayo las próximas elecciones locales, autonómicas y, sobre todo, provinciales, pues estas últimas no son democráticamente transparentes, sino un alambique y un galimatías de concejales y partidos judiciales. La pérdida de unos miles de votos en comarcas o partidos judiciales de demografía poco densa, podría suponer la pérdida del poder provincial y la merma en la administración de recursos económicos considerables, y es perder mucho. Y esos son, quizás, los intereses que no se ponen de manifiesto en público; otros intereses "ocultos" a los que aludía el secretario general de los socialistas valencianos Joan Ignasi Pla, y que impulsaban la construcción de la planta incineradora, los desconocemos, aunque existan y aunque el dirigente de la oposición valenciana carezca de valor para enumerarlos.

La paralización del proyecto no supone el punto final: que se sepa, la empresa que presentó el proyecto no lo ha retirado de la Consejería de Territorio; y tras las elecciones locales, autonómicas y provinciales del próximo año, la troika u otra troika del mismo signo político podría presentarse anunciando que donde se dijo digo, digo diego y Santas Pascuas.

Experiencia ciudadana hay al respecto en penales de Albocàsser.

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