Caixafòrum expone la fascinación por las formas del escultor Henry Moore

La exhibición recorre la trayectoria del artista a través de 160 obras

"La escultura es un arte para mostrar al aire libre. Necesita la luz del día y los rayos del sol; su mejor escenario y complemento es la naturaleza". Así lo afirmó en varias ocasiones Henry Moore (1898- 1986), a quien la Fundación La Caixa dedica una gran exposición, abierta en su sede barcelonesa de Caixafòrum hasta el 29 de octubre. La exhibición, que reúne 160 obras (90 esculturas y 70 entre dibujos y obra gráfica), recorre la trayectoria del artista en su búsqueda de formas plásticas y sensuales, surgidas de la observación de la naturaleza, la figura humana y la escultura primitiva, en esp...

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"La escultura es un arte para mostrar al aire libre. Necesita la luz del día y los rayos del sol; su mejor escenario y complemento es la naturaleza". Así lo afirmó en varias ocasiones Henry Moore (1898- 1986), a quien la Fundación La Caixa dedica una gran exposición, abierta en su sede barcelonesa de Caixafòrum hasta el 29 de octubre. La exhibición, que reúne 160 obras (90 esculturas y 70 entre dibujos y obra gráfica), recorre la trayectoria del artista en su búsqueda de formas plásticas y sensuales, surgidas de la observación de la naturaleza, la figura humana y la escultura primitiva, en especial la precolombina, sumeria y etrusca.

La extensa selección de la obra de Henry Moore, que se presenta en Caixafòrum, combina las piezas monumentales que le hicieron famoso con una serie de maquetas, dibujos y esbozos que ilustran su proceso de creación y la evolución de su trabajo a lo largo de más de 60 años de intensa actividad.

La fascinación por los materiales llevó a Henry Moore a experimentar con piedra, hormigón, alabastro, porcelana, madera, mármol, pizarra e incluso una enorme estalactita importada de Italia, de la que en 1978 sacó una hermosa maternidad. "Moore expandía los límites de la piedra y la madera, utilizando sus formas para que la escultura surgiese desde el interior del material", explicó ayer la comisaria de la exposición, Anita Feldman Bennet, conservadora de la Henry Moore Foundation, y señaló su primera Figura yacente, realizada en el año 1936, en la que las vetas de la madera se acoplan a la perfección con las formas del cuerpo.

En el bronce, Henry Moore encontró el material más versátil para esculturas, concebidas especialmente para ser expuestas al aire libre, preferentemente en entornos naturales, aunque trabajó con arquitectos a lo largo de toda su carrera y hay decenas de sus piezas ubicadas en zonas urbanas. "No son monumentos ni estatuas conmemorativas, sino obras que cuestionan la relación del hombre con su entorno. Esta característica, que en su momento provocó una gran controversia, actualmente se considera una de sus mayores aportaciones a la escultura moderna", comentó la comisaria de la exposición, quien seleccionó seis obras de grandes dimensiones para exponer en los exteriores modernistas del edificio de Caixafòrum. Entre éstas, se encuentra una figura yacente, uno de los temas preferidos de Moore, objeto de incontables variaciones, que denota la importancia que tuvo para el artista el descubrimiento de la escultura maya de Chacmool en las ruinas de Chichén Itzá, en México.

También destacan en la exposición dos obras que se han expuesto en raras ocasiones y nunca fuera de Reino Unido: Piezas en tres dimensiones nº 1: puntas, de 1964-1965, una escayola gigante inspirada en un fragmento de hueso, y Dos figuras de pie, en travertino del año 1981, cuyo fascinante misterio evoca los grandes bloques de piedras de Stonehenge, que poblaron las fantasías juveniles del artista.

Resulta curioso, aunque probablemente fortuito, el parecido entre las chimeneas del edificio de La Pedrera de Gaudí y Pieza en forma de átomo, una de las escultura más controvertidas de Moore, encargada por la Universidad de Chicago para conmemorar la primera reacción nuclear en cadena obtenida por Enrico Fermi en el año 1942. Sin embargo, hay otras obras que confirman la relación del escultor con España. "En 1938, Henry Moore, que el año anterior había visitado el estudio de Picasso donde se gestaba el Guernica, intentó viajar a España con una delegación de artistas e intelectuales antifascistas, pero le fue denegado el permiso", recordó Anita Feldman Bennet.

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El año siguiente pintó Prisionero español, una litografía que pensaba vender para recaudar fondos para los prisioneros y refugiados republicanos, pero el estallido de la II Guerra Mundial en Gran Bretaña impidió la realización del proyecto. De este periodo se expone en Caixafòrum una serie de dibujos, que empieza con 3 de septiembre de 1939, que recuerda el día de la declaración de guerra con los blancos acantilados de Dover pintados de rojo y figuras inermes, aprisionadas en la arena, que anticipan sus célebres yacentes.

Todo el recorrido expositivo de Caixafòrum oscila entre la figuración y la abstracción, y muestra la sutil combinación de formas humanas y naturales, que llevó a Henry Moore, uno de los grandes escultores del siglo XX, a crear un universo plástico y sensual, y que establece un puente entre la antigüedad mítica y la contemporaneidad.

Conchas, huesos y trozos de sílex

En la exposición pueden contemplarse también varias muestras de lo que Henry Moore llamaba su "biblioteca de formas naturales": conchas, huesos, fragmentos de sílex y otros objetos hallados en la aldea de Perry Green (Hertfordshire, Gran Bretaña), donde se encontraba su estudio, actualmente sede de la fundación que lleva su nombre, que fue creada por el propio artista en 1977.

Estos fragmentos encontrados, que denotan el interés de Henry Moore por las prácticas surrealistas, se convirtieron en una fuente de inspiración inagotable y en el punto de partida de un proceso creativo que siempre empezaba a escala reducida, con pequeñas maquetas de escayola o de arcilla.

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