Reportaje:

Acebillo y la ciudad compacta

El Plan General Metropolitano, redactado en 1976, puede durar "30 años más", dice el asesor urbanístico de Clos

Larga vida al Plan General Metropolitano (PGM), el documento que define qué tipo de uso hay que dar al suelo del área metropolitana y que se redactó en 1976, aún bajo mandato de los jerarcas tardofranquistas. Así lo expuso ayer Josep Anton Acebillo, arquitecto y comisionado de infraestructuras y urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, en un acto del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Barcelona. La revisión del PGM, aseguró, "no tocaría hasta dentro de 30 o 40 años", aunque reconoció que en estos momentos "se oyen ruidos de sables" que así lo reclaman.

La voluntad de Aceb...

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Larga vida al Plan General Metropolitano (PGM), el documento que define qué tipo de uso hay que dar al suelo del área metropolitana y que se redactó en 1976, aún bajo mandato de los jerarcas tardofranquistas. Así lo expuso ayer Josep Anton Acebillo, arquitecto y comisionado de infraestructuras y urbanismo del Ayuntamiento de Barcelona, en un acto del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Barcelona. La revisión del PGM, aseguró, "no tocaría hasta dentro de 30 o 40 años", aunque reconoció que en estos momentos "se oyen ruidos de sables" que así lo reclaman.

La voluntad de Acebillo contrasta con el hecho de que, durante todo este tiempo, los plenos de los municipios, tanto el de Barcelona como los del resto de ciudades metropolitanas, han aprobado un sinfín de parches que modifican el PGM. Terrenos que según el plan de 1976 son industriales o residenciales adquieren otro uso. Pero un nuevo PGM, que incluya estas revisiones, no es una buena idea, dice Acebillo. "Ninguna otra ciudad del mundo hace un PGM, a no ser que sea una ciudad italiana" donde, aseguró, nunca se aplica.

Viviendas, comercio y equipamientos sustituirán 8 antiguas zonas industriales

Acebillo explicó que Barcelona tiene en marcha ocho grandes transformaciones urbanísticas que significarán la emergencia de nuevos barrios. Las nuevas zonas, explicó Acebillo, acogerán viviendas, equipamientos, zonas verdes y comercios. Un modelo, el de la ciudad "archipiélago", que significa jubilar otro modelo: que existan zonas especializadas.

Esta mezcla de usos queda reflejada en los proyectos urbanísticos de Poblenou (con el 22@), la Verneda Industrial y también en la Sagrera, área que además de acoger la futura estación del tren de alta velocidad, contará con equipamientos, viviendas y bloques de oficinas. La misma variedad se dará en La Marina -en la Zona Franca-, la plaza de les Glòries -donde desaparecerá el tambor elevado-, Vall d'Hebron, Vallbona y la zona del Fórum y Diagonal Mar.

Estos ocho proyectos ocupan 850 hectáreas.

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El objetivo del consistorio, expuso Acebillo, es que en los próximos años se construyan en Barcelona 100.000 viviendas, la mitad de los cuales sean de régimen de protección oficial. Aunque la ciudad "no dispone de suelo", sí que "tiene techo suficiente", apuntó. Las nuevas viviendas se sumarán a otras 100.000 a rehabilitar antes de 2010. Estas mismas cifras las expuso el propio alcalde Clos al principio de esta legislatura en una conferencia, aunque estos datos no se recogen en los planes de vivienda aprobados por el consistorio.

Si las previsiones de Acebillo se cumplen, Barcelona dejaría de perder población y ganaría entre 200.000 y 250.000 habitantes. Lo que es lo mismo: vivirían en la capital catalana casi dos millones de personas. Precisamente, el PGM de 1976 establecía para Barcelona una población máxima de 2,2 millones.

Buena parte de las nuevas viviendas se construirán donde antes se alzaban fábricas. La apuesta del Ayuntamiento, como explicó el comisionado, pasa por los bloques de pisos, y no las casas unifamiliares. La razón: los bloques permiten generar más espacio libre para equipamientos y zonas verdes. En este sentido, Acebillo invitó a los ciudadanos a jubilar el modelo de la casa unifamiliar como hogar ideal. Como indicó, buena parte de la población sigue relacionando "baja densidad" con "calidad de vida".

Acebillo aprovechó su intervención para hacer autocrítica del trabajo de los arquitectos. "Hemos perdido el sentido de la arquitectura, que debe ser duradera, económica, útil y bella". También criticó que la tecnología "sólo se utiliza como moda y que no está al servicio del proyecto".

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