Crítica:POESÍA

Después de Auschwitz

Si siempre es difícil, por no decir imposible, antologar a un poeta, la cosa se complica en el caso de Jerome Rothenberg (Nueva York, 1931), un poeta doblado de antólogo por antonomasia. Un poeta que, diría, es más una escuela en sí mismo que, simplemente (y es mucho), un poeta a secas. La ventaja, en este caso, es que antes que una antología, la obra presente es más un diálogo entre poetas. Un mitteleuropeo, en realidad, de la rama americana, y una argentina, de la rama Nueva York. Ambos con obra muy sólida. A todo ello podemos recordar que hay dos criterios de presentación de versione...

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Si siempre es difícil, por no decir imposible, antologar a un poeta, la cosa se complica en el caso de Jerome Rothenberg (Nueva York, 1931), un poeta doblado de antólogo por antonomasia. Un poeta que, diría, es más una escuela en sí mismo que, simplemente (y es mucho), un poeta a secas. La ventaja, en este caso, es que antes que una antología, la obra presente es más un diálogo entre poetas. Un mitteleuropeo, en realidad, de la rama americana, y una argentina, de la rama Nueva York. Ambos con obra muy sólida. A todo ello podemos recordar que hay dos criterios de presentación de versiones extranjeras, digamos. Uno de ellos, conseguir una versión que no precise el acompañamiento de la versión original porque al "traicionar" (traduttore, traditore) se ha conseguido una poesía que no necesita ningún apoyo. El otro criterio que, por cierto, es el mío, agradece (casi diría exige) el bilingüismo. Estamos en el segundo criterio, por suerte, en el presente volumen. Y con fortuna, mucha.

POEMAS PARA EL JUEGO DEL SILENCIO

Jerome Rothenberg

Traducción de Mercedes Roffé

Germanía. Alzira, 2006

121 páginas. 13 euros

Si he introducido mitteleuropeo es porque siempre con Rothenberg me asoma Paul Celan y, simultáneamente, el T. W. Adorno de Minima Moralia. En prosa diríamos la Shoah o Holocausto. En el caso presente, la poeta/antóloga ha desobedecido al propio autor y su atención se fija mucho más, según expresión propia, en el Rothenberg de Kuhrbn (1989), que no en el de Poland/1931 (1969), o Vienna Blood (1980), por otra parte, dos volúmenes notables. Un acierto, porque de Kuhrbn tenemos: "el poema es feo & lo hacen más feo / en lo que radica el poder / que duncan entendió -o no- / cuando escuchó esa noche leer a ese poeta / y dijo 'es pura fealdad'... " [Nokh Aushvits (Después de Auschwitz)]. No obstante, también Rothenberg es el poeta que, a diferencia de muchos, no se limita a su propia voz, sino que, incluso, ha dado voz a la poesía amerindia de tradición oral, sin olvidar, como antólogo, las vanguardias cultas europea y latinoamericana, la poesía visual, la sound poetry. Algo que respeta escrupulosamente la antóloga del antólogo, Roffé, quien consigue con este volumen, son sus palabras, que el poeta traducido pueda aportar a los poetas en la lengua de llegada (por tanto la castellana) nuevas posibilidades formales o estéticas. Algo que consigue plenamente, a mi entender, a parte de un paso notable por la extensa bibliografía rothenbergiana: Al margen de Stein (1966), Conversaciones (1968), Diario Séneca (1978), En vena dadaísta (1983), Siembra (1996), más una selección de los libros que ya he indicado.

Otrosí sería la escasa posibilidad hasta el momento que el lector español tenía (el lector latinoamericano poseía algun acceso, aunque escaso) de conocer a quien sin duda es un poeta puntero. Lo que corrige esta edición, bellamente titulada a partir de un poema en prosa que dio título a uno de los libros de Rothenberg, Poemas para el juego del silencio (1971 ): "En el 'juego del silencio' de la nación chippewa, el poeta trata de sorprender al público, haciendo juegos verbales que le obliguen a romper el silencio, ya sea moviéndolo a risa o a cualquier otra reacción igualmente estruendosa". Sin duda, parafraseando a Capote, otras voces, pero ahora ya y de forma excelente, en nuestro ámbito lector.

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