Cartas al director

Sobre la selectividad

Quisiera hacerme eco del tratamiento mediático que, siempre por estas fechas, se le da a la Selectividad: ¡pobres adolescentes al borde del trauma por jugárselo todo a una carta, su futuro, etcétera! y otros maximalismos por el estilo.

No es verdad que los estudiantes arriesguen su futuro en tres días que duran las PAU. En todo caso, se lo habrán estado jugando durante los dos años del bachillerato; labrándose prueba tras prueba, día a día y evaluación tras evaluación (y les aseguro que son unas cuantas posibilidades -más que razonables- las que se les ofrecen) un mejor o peor expedient...

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Quisiera hacerme eco del tratamiento mediático que, siempre por estas fechas, se le da a la Selectividad: ¡pobres adolescentes al borde del trauma por jugárselo todo a una carta, su futuro, etcétera! y otros maximalismos por el estilo.

No es verdad que los estudiantes arriesguen su futuro en tres días que duran las PAU. En todo caso, se lo habrán estado jugando durante los dos años del bachillerato; labrándose prueba tras prueba, día a día y evaluación tras evaluación (y les aseguro que son unas cuantas posibilidades -más que razonables- las que se les ofrecen) un mejor o peor expediente académico. O, si me apuran, habrán estado apostando también durante los 10 años previos de escolarización a esa etapa, en que habrán sentado -o no- las bases adecuadas.

Con este tipo de reportajes y noticias que, a bombo y platillo, abren los informativos televisados y llenan las páginas de los periódicos, no hacemos sino engordar el problema: compadecer a unos jóvenes por lo general malcriados, excesivamente sobreprotegidos y a los que cualquier esfuerzo por mínimo que se les pida les parece una "hazaña" de superarlo con éxito; o en caso contrario, la ocasión de un severo trauma.

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¡Pobres de sus padres, que trabajan, ay, demasiadas horas para que "no les falte de nada"; de sus madres, que, en muchísimos casos, trabajan doblemente fuera y dentro de casa; de sus profesores, que tienen que padecer lo que sólo ellos saben para, en los mejores de los casos, conseguir que lleguen hasta esa "temible" prueba!

Sinceramente, no es para tanto; y lo peor es que entre todos estamos maleducando unas generaciones "de azúcar", endebles, de plexiglás.

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