Reportaje:

Del cine a la bodega

El vitoriano Iñaki Núñez, promotor de los cines Mikeldi y responsable de la distribuidora Araba Films, da el salto al mundo del vino

Si se tiene que definir por una profesión, Iñaki Núñez (Vitoria, 1953) se decanta por la de director de cine. Su afición al llamado séptimo arte le viene de la infancia, pero se consolidó en las aulas del colegio de los Marianistas de su ciudad natal, donde en 5º de bachiller se impartía la asignatura de cine. "No era ninguna maría; teníamos un profesor muy exigente que hasta nos enseñaba a montar", recuerda. Así que, cuando llega a la Universidad Politécnica de Madrid para estudiar Arquitectura, no aguanta ni medio curso. "Justo nacía la carrera de Ciencias de la Información en la Comp...

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Si se tiene que definir por una profesión, Iñaki Núñez (Vitoria, 1953) se decanta por la de director de cine. Su afición al llamado séptimo arte le viene de la infancia, pero se consolidó en las aulas del colegio de los Marianistas de su ciudad natal, donde en 5º de bachiller se impartía la asignatura de cine. "No era ninguna maría; teníamos un profesor muy exigente que hasta nos enseñaba a montar", recuerda. Así que, cuando llega a la Universidad Politécnica de Madrid para estudiar Arquitectura, no aguanta ni medio curso. "Justo nacía la carrera de Ciencias de la Información en la Complutense y aquel primer curso no empezó hasta febrero, así que me dio tiempo a matricularme en la rama de Imagen, la primera promoción después de que cerrara sus puertas la Escuela Oficial de Cine".

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Aquellas clases precarias de montaje en bachillerato le vinieron bien para su corto Estado de excepción, con el que obtuvo un premio Mikeldi en el Festival de Cortos de Bilbao. Porque se trabajaba con unos medios precarios. "En Estado de excepción", recuerda, "no teníamos ni moviola para hacer el montaje. La monté a pelo, contando los fotogramas para darle ritmo -24 fotogramas, 1 segundo-, haciendo arquitectura con el cine". Iñaki Núñez se define como director de cine, pero también es o ha sido productor, director de fotografía y guionista, porque las películas de aquella época había que hacerlas con presupuestos paupérrimos. "Estamos hablando de que mi primera película Toque de queda tuvo un presupuesto de un millón de pesetas de las de entonces, que serían 200.000 euros de hoy", precisa.

Pero, a pesar de que su estreno en el largometraje tuvo un excelente recibimiento en el Festival de Berlín de 1979, el joven cineasta vitoriano que despuntaba en aquella transición española con un cine comprometido no volvió a dirigir una película larga. Su trabajo en la industria cinematográfica ha estado desde entonces más vinculado a la producción, distribución y exhibición que a la propia creación de películas. "Los avatares de la vida te llevan por caminos desconocidos muchas veces. Toque de queda tuvo gran éxito de crítica en Berlín pero, por su carácter político, me encontré con grandes dificultades en la distribución, que resolví por mi cuenta. Y ahí me convierto en distribuidor. Pero como es muy arriesgado, doy el siguiente paso: abro la primera sala Mikeldi, en Vitoria", cuenta volviendo la vista atrás.

En resumen, Iñaki Núñez, hombre emprendedor, hizo de la necesidad virtud y salvó todas las dificultades cumpliendo el viejo dicho de "háztelo tú mismo". En el camino, aquel joven que iba para director de cine abandonó su vocación y se dedicó a la faceta menos reconocida de esta industria. Con la misma intensidad con la que rodaba las películas, se dispuso a trabajar en el otro lado. Y aquí también fue pionero. Hace 25 años las salas de cine no cuidaban apenas la calidad de la imagen y el sonido. Los cines Mikeldi, impulsados por Núñez, supusieron una revolución en ese ámbito. "La exhibición en España ha cambiado profundamente. Entonces era un negocio vinculado a las familias relacionadas con la gran banca y las altas finanzas, que no tenían un interés reconocido por el cine. Y eso que en aquellos tiempos, era un auténtico negocio. Pero no supieron renovarse. Yo, como también trabajaba en la distribución, viajaba a Berlín, Nueva York o Los Ángeles, descubría las últimas novedades en proyección y las presentaba en mis cines. Y ahí triunfé".

Pero la crisis en la industria cinematográfica es grave. Y también le afecta al responsable de la productora y distribuidora Araba Films. En el campo de la distribución, se ha pasado a la segunda línea y sólo presenta dos o tres películas al año. "Hace tiempo que asumí que la distribución era un negocio de alto riesgo. Sin ir más lejos, ahí está el último caso de crisis en este ámbito: Lauren Films, que ha entrado en suspensión de pagos. Y no hay que olvidar que las televisiones (que suponen un apartado muy importante en el capítulo de ingresos en una película) han dejado de comprar. Al final, he decidido retirarme de la primera línea y distribuir sólo títulos seguros, como Instinto Básico 2."

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Peor lo ha llevado en el campo de la exhibición, ya que ha tenido que cerrar las últimas salas que tenía en su ciudad natal, aunque mantiene las de Bilbao y Madrid. "En Vitoria ha sido un desastre, como está ocurriendo en la mayoría de las provincias españolas: tanto complejo, impulsado por los promotores de los centros comerciales, obliga al cierre de las salas del centro. Y, luego está Internet, el top manta... El audiovisual, como no se legisle contra Internet y la piratería, acabará en la ruina", pronostica.

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