Entrevista:GABRIEL CHAMÉ | Payaso | Fin de semana

"Cualquier asunto es susceptible de provocar la risa"

Gabriel Chamé (Buenos Aires, 1961) cerrará el domingo el undécimo Festival Internacional de Arrigorriaga de Clowns y Payasos con su espectáculo Llegué para irme. Hasta entonces, el payaso argentino imparte un curso intensivo para profesionales en la localidad vizcaína.

Pregunta.
¿En qué consiste Llegué para irme?

Respuesta. Es un espectáculo unipersonal, clownesco, tragicómico, que intenta hablar un poco del estrés de la vida moderna. Se relaciona con la soledad de la vida moderna, en la que estamos completamente disociados.

P. ¿Lo...

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Gabriel Chamé (Buenos Aires, 1961) cerrará el domingo el undécimo Festival Internacional de Arrigorriaga de Clowns y Payasos con su espectáculo Llegué para irme. Hasta entonces, el payaso argentino imparte un curso intensivo para profesionales en la localidad vizcaína.

Pregunta. ¿En qué consiste Llegué para irme?

Respuesta. Es un espectáculo unipersonal, clownesco, tragicómico, que intenta hablar un poco del estrés de la vida moderna. Se relaciona con la soledad de la vida moderna, en la que estamos completamente disociados.

P. ¿Los payasos se estresan?

R. Sí, pero hay que tener en cuenta que es un espectáculo de payasos, pero también contemporáneo. Nos metemos en una historia determinada, no es sólo un payaso que llega y empieza a hacer cosas cómicas. Por supuesto que es cómico, y nos reímos muchísimo, pero nos estamos riendo de cosas angustiosas.

P. ¿Cualquier asunto es susceptible de provocar la risa?

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R. Por supuesto. La cuestión es tener la valentía o la inteligencia de poder observarlo y expresarlo. En general, si uno siente libertad, es cómico. Depende del artista. El artista cómico, cuando siente esa libertad, la expresa cómicamente. Y el artista trágico la expresa trágicamente.

P. ¿El guión es un freno para el clown?

R. No necesariamente. Lo que pasa es que es mucho más difícil, porque hay que mezclar la capacidad actoral de un personaje en una situación determinada, más la capacidad de humor y de lenguaje de tonterías que el clown sabe hacer.

P. ¿Es incompatible la condición de payaso con el sentido del ridículo?

R. No, todo lo contrario. Es necesario compatibilizarlo. El sentido del ridículo no se pierde nunca. Somos seres humanos y tenemos una capacidad ridícula, nos enrojecemos por cosas que nos cuesta mucho asumir. Pero el trabajo de un payaso o un clown es como el de un médico, un abogado o un policía, profesiones en las que hay que saber disociar lo que está pasando.

P. Dice que es preciso "liberarse de las cicatrices de la madurez".

R. Hay mucho de aprender de los niños. La niñez es una cosa que ha quedado, no atrás, sino adentro, y se trata de reencontrar ese sentido del juego, de la libertad, del desenfreno, porque estamos como codificados por la educación que hemos recibido para comportarnos de una manera determinada. No vamos a poder hacer el niño, pero sí reconectarnos con esas sensaciones de libertad.

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