Reportaje:Tres años de ocupación

El petróleo divide a Irak

La comunidad suní teme que kurdos y chiíes la excluyan del reparto de los hidrocarburos

El sector petrolero iraquí no ha levantado cabeza desde la invasión a principios de 2003. La producción no ha vuelto a los niveles anteriores a la guerra, ninguna petrolera extranjera tiene un contrato firme para operar allí y la industria local, ya deteriorada tras más de una década de embargo internacional, está al borde de la ruina. Tras la campaña relámpago que llevó al Ejército estadounidense a ocupar Bagdad dos semanas después de iniciar el ataque, muchos expertos pensaron que con la misma velocidad iba a despegar el sector petrolero iraquí. Nada más lejos de la realidad, el negocio petr...

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El sector petrolero iraquí no ha levantado cabeza desde la invasión a principios de 2003. La producción no ha vuelto a los niveles anteriores a la guerra, ninguna petrolera extranjera tiene un contrato firme para operar allí y la industria local, ya deteriorada tras más de una década de embargo internacional, está al borde de la ruina. Tras la campaña relámpago que llevó al Ejército estadounidense a ocupar Bagdad dos semanas después de iniciar el ataque, muchos expertos pensaron que con la misma velocidad iba a despegar el sector petrolero iraquí. Nada más lejos de la realidad, el negocio petrolero no sólo no ha florecido, sino que se ha convertido en la principal amenaza para el mantenimiento de la unidad territorial iraquí.

Los enfrentamientos en el Parlamento no auguran una solución del modelo territorial

Los kurdos, la tercera comunidad del país, dieron el pistoletazo de salida a la carrera por el control de los yacimientos petrolíferos. En diciembre pasado, las autoridades regionales del Kurdistán iraquí anunciaron que la petrolera noruega DNO estaba lista para empezar los trabajos de exploración en una zona con reservas probadas junto a la frontera turca. Casi simultáneamente, los kurdos también reconocieron que habían firmado acuerdos para explotar los yacimientos de la rica provincia norteña de Kirkuk con otras tres petroleras extranjeras: Heritage Oil (Canadá), Al-Aabar Petroleum (Emiratos Árabes Unidos) y PetroPrime (Turquía). El temor, ahora, es que los chiíes imiten a los kurdos en Basora, su zona al sur del país.

"Los acuerdos firmados por los kurdos han disparado las alarmas en Bagdad. Si unos van a su aire, qué impedirá que otros lo hagan", opina Gerald Butt, director de la prestigiosa publicación Middle East Economist Survey, con sede en Nicosia. "La negociación de la Constitución iraquí es clave tanto para la unidad nacional como para el futuro del mercado petrolero iraquí (...) ¿Habrá autonomías regionales? ¿Cómo serán?", pregunta. Robert Malborough, analista del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford, dice que "si se produce una separación de las regiones por comunidades, el modelo y la extensión de las competencias serán cruciales para la futura estructura del sector petrolero del país".

El problema es que el cruce de intereses y los enfrentamientos en el seno del Parlamento iraquí no auguran una solución a medio plazo del modelo territorial y, por ende, del sector energético. La primera sesión parlamentaria, el jueves 16, apenas duró 20 minutos por las luchas de poder. Si hay una separación territorial interétnica, los kurdos (20% de la población) se quedan con Kirkuk, los chiíes (60%) con Basora y los suníes (20%) con nada. Toda la sección tercera de la Constitución aprobada en octubre de 2005 enmarca el modelo federal iraquí. No obstante, en los 50 artículos sobre esta cuestión no se detalla el modelo autonómico, lo que ha exacerbado el temor de los suníes de que se forme una autonomía kurda y otra chií de nueve provincias y que ellos, la comunidad privilegiada durante los años de Gobierno de Sadam Husein (1979-2003), queden relegados a la única zona del país que carece de recursos energéticos.

"Lo que también inquieta a los suníes", añade Butt, "es que en el texto constitucional se limita la gestión conjunta de los hidrocarburos entre el Gobierno federal y los Gobiernos regionales al 'petróleo y gas extraído de los depósitos actuales", lo que da a entender que los nuevos descubrimientos quedarán en manos de cada autonomía". "El control del petróleo es la clave, y mientras este tema no se solucione, la industria petrolera iraquí sólo puede seguir produciendo a los niveles actuales", explica Lowell Feld, experto en el mercado iraquí del Organismo de Información Energética de EE UU.

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Feld no cree posible que a medio plazo Irak pueda extraer más de los 1,6 millones de barriles de crudo diarios que produce actualmente, un millón menos de lo que sacaba antes de la guerra. La máxima producción en la historia de Irak fue de 3,7 millones de barriles diarios en diciembre de 1979 y su potencial, según los expertos, es de cinco millones. Las reservas probadas de crudo iraquíes son las terceras más importantes del mundo, detrás de las de Arabia Saudí y Canadá, según el Oil and Gas Journal, la biblia del sector desde 1902. "Los sabotajes a las infraestructuras, añadido a que ésta es de la década de los sesenta a los setenta, no permiten a Irak aumentar su producción petrolera. La creciente inseguridad, las luchas sectarias, por otra parte, impiden la entrada de la inversión extranjera al sector", añade Feld. Recientemente, un informe de la petrolera anglo-holandesa Shell señaló que se esperaba la entrada de las petroleras extranjeras a Irak para 2007. Ninguno de los tres expertos consultados es tan optimista.

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