El futuro de Euskadi

Capuchas blancas, boinas negras

Acostumbrados a cosas raras, es posible que no nos hayamos dado cuenta del cuadro que representan tres personas con máscaras de tela blanca y pequeñas aberturas oblicuas para los ojos, tocadas con boinas negras, sentadas a una mesa y con un dibujo de una serpiente enrollada en un hacha detrás. Si le prestáramos atención quizás supiéramos de golpe por qué ETA ha anunciado un alto el fuego permanente: porque es una organización fuera de la realidad, incapaz de conectar con lo que sucede en Europa y que sólo sería comprensible por una sociedad fosilizada que no existe ni en Euskadi ni en España, ...

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Acostumbrados a cosas raras, es posible que no nos hayamos dado cuenta del cuadro que representan tres personas con máscaras de tela blanca y pequeñas aberturas oblicuas para los ojos, tocadas con boinas negras, sentadas a una mesa y con un dibujo de una serpiente enrollada en un hacha detrás. Si le prestáramos atención quizás supiéramos de golpe por qué ETA ha anunciado un alto el fuego permanente: porque es una organización fuera de la realidad, incapaz de conectar con lo que sucede en Europa y que sólo sería comprensible por una sociedad fosilizada que no existe ni en Euskadi ni en España, ni en el mundo occidental. ¿Adónde podría ir el País Vasco en 2006 con semejantes representantes?

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Primero fue el IRA el que se dio cuenta de que ya no era posible pedir en Europa el voto con una mano y esgrimir un fusil con la otra. Ahora es ETA la que parece comprender que ésta es, quizás, la última oportunidad del nacionalismo independentista para incorporarse a la corriente política con normalidad. Si no se puede llevar el voto en una mano y la capucha en la otra, no queda más remedio que renunciar a la capucha. Que Batasuna, o su equivalente, quede fuera de las próximas elecciones municipales, esperar como mínimo otros cuatro años a incorporarse a la vida institucional, sería suicida y retrasaría aún más cualquier posible avance de sus tesis.

El profesor Richard English, de la Universidad de Queen, contestó el año pasado a una pregunta de la BBC sobre cómo juzgará la historia el papel del IRA en los últimos 30 años. A su juicio, el veredicto de la historia dibujará al IRA como una organización que provocó un inmenso daño y un enorme dolor; una organización que valoró como su principal éxito haber hecho más urgente la solución de un problema, pero que no ayudó a que ese problema fuera más fácil de resolver, sino al contrario. "El veredicto último de la historia verá al IRA como una organización que realzó el perfil de un problema, pero que, al mismo tiempo, lo hizo más profundo y que, incluso, alargó el periodo antes de que pudiera ser resuelto".

Las cosas no ocurren, sin embargo, de la noche a la mañana y siempre es posible, además, un salto atrás, por muy poco que pueda durar o significar. Por eso es importante la decisión del presidente del Gobierno de alentar el proceso interno de ETA y de asir la ocasión con las dos manos. Le pese o no a la oposición, Rodríguez Zapatero ha actuado hasta ahora con notable escrupulosidad y no resulta fácil encontrar algo que reprocharle. A partir de este momento puede disponer además de otra arma muy poderosa: la transparencia. Cuanto más público pueda ser el proceso de diálogo con ETA y de negociación entre los partidos políticos en el País Vasco, mejor para los ciudadanos y para el Gobierno. Más todavía si los contactos van a tener, como parece, una importante envoltura internacional. La transparencia será la mejor manera de despejar cualquier duda de los interlocutores, de los ciudadanos y del PP y además servirá para poner al Partido Popular, y a Mariano Rajoy en particular, ante su propia responsabilidad como oposición. Todo el mundo tendrá que explicar delante de los demás qué hace y por qué lo hace, con el convencimiento de que cualquier signo de manipulación, o de mezquindad, en este momento puede llevar aparejado el futuro político inmediato.

Si de algo puede valer ahora en España el proceso de negociación de Irlanda del Norte es para recordar tres cosas. Primero, que el unionista y protestante David Trimble y el republicano y católico John Hume discreparon entre sí y con el primer ministro británico, Tony Blair, en muchas ocasiones, pero que ninguno ahorró esfuerzos para lograr que el IRA abandonara las armas y que nadie, salvo el muy radical reverendo Pasley, negó su apoyo a Blair cuando éste lo necesitó frente a la organización terrorista. Segundo, que todo el proceso de paz arrancó no sólo del convencimiento de que el alto el fuego del IRA era definitivo (19 julio de 1997) sino también de una declaración de los dirigentes del Sinn Fein (10 septiembre de 1997) en la que anunciaban formalmente su rechazo a la violencia y su compromiso "con métodos exclusivamente pacíficos". Y tercero, que hará falta tiempo y paciencia. Un ejemplo: entre aquel 19 de julio y febrero de este año 2006, la organización terrorista irlandesa ha hecho público un total de 52 comunicados, el último sobre el 8º Informe de la Comisión Independiente de Control que vigila el lento cumplimiento de los acuerdos de Viernes Santo (abril de 1998). solg@elpais.es

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Monitores de televisión con el vídeo de ETA en una tienda de San Sebastián.JAVIER HERNÁNDEZ

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