Crítica:

Nueva estrategia hiperpolítica

El enigmático "Cibergolem" que firma este libro, VI Premio de Ensayo Eusebi Colomer, es un heterónimo de batalla que han tomado dos autores, Andoni Alonso e Iñaki Arzoz, para su trabajo común sobre cibercultura crítica, que inician en 2002 con La nueva ciudad de Dios (Siruela), continúan en 2003 con Carta al homo ciberneticus (Edaf) y cierran, por ahora, con esta quinta columna, conclusión política de aquella nueva ciudad. Tan singular como la autoría es el propio libro, significativamente titulado Antitratado comunal de hiperpolítica, que su prologuista, Tomás Maldonado, ...

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El enigmático "Cibergolem" que firma este libro, VI Premio de Ensayo Eusebi Colomer, es un heterónimo de batalla que han tomado dos autores, Andoni Alonso e Iñaki Arzoz, para su trabajo común sobre cibercultura crítica, que inician en 2002 con La nueva ciudad de Dios (Siruela), continúan en 2003 con Carta al homo ciberneticus (Edaf) y cierran, por ahora, con esta quinta columna, conclusión política de aquella nueva ciudad. Tan singular como la autoría es el propio libro, significativamente titulado Antitratado comunal de hiperpolítica, que su prologuista, Tomás Maldonado, define más bien como "antiensayo" y saluda como banquete rabelesiano de los grandes problemas de nuestro tiempo.

LA QUINTA COLUMNA DIGITAL. Antitratado comunal de hiperpolítica

Cibergolem

Gedisa. Barcelona, 2005

199 páginas. 13,90 euros

Un libro-banquete, pues, construido como una suerte de panfleto interactivo o de lanzadera (auto)crítica sobre la álter globalización, que juega fundamentalmente con dos neologismos: hiperpolítica y quintacolumnismo digital. El primero, hurtado al Sloterdijk más pesimista, que lo acota como la "política de los últimos hombres", se convierte aquí en propedéutica de una nueva forma de política participativa, tendente a una "hiperdemocracia" (Ortega) en el mundo global. El segundo, revisión de aquel ominoso concepto acuñado en nuestra Guerra Civil, se propone como modelo estratégico para la resistencia interior -la única posible en la sociedad-red (Castells)-, a través, básicamente, de las nuevas tecnologías. El juego neológico o conceptual va generando una serie de proposiciones y prótesis sobre diversos aspectos, en los que la hiperpolítica puede ser introducida gracias a la estrategia quintacolumnista, especialmente en el ámbito de la cibercultura: desde la brecha digital y la ciencia-ficción al software libre y el copyleft.

Pero este libro no renuncia a hablar también sobre humanismo, ONG o educación. Un cóctel donde, desde la perspectiva posibilista del "anarquismo epistemológico" (Feyerabend), todo vale; de Toni Negri a Howard Rheingold, de Sun-Tzu a Geert Lovink, convenientemente juzgados por un rasero estratégico a largo plazo: esto es, no para introducir el caballo de Troya de la revolución, sino para generar una ciudad rebelde en el interior del Imperio absoluto al que nos lleva la globalización. Un tratado o antitratado, cuya provocativa ambición no sería soportable si no se proclamara cautelosamente como "ensayo-ficción" y no apostara, frente al quintacolumnismo negro del terror, por las armas incruentas de la imaginación y el humor.

El proyecto quintacolumnis-

ta, surgido a su vez como conclusión de uno de los nodos del proyecto internacional Tester (Fundación Rodríguez/Arteleku) sobre tecnoarte de deriva política, tampoco tendría sentido si, finalmente, no renunciara a establecer dogmas y no se abriera a la comunidad de lectores e internautas, convocando nada menos que el 1º Potlach quintacolumnista sobre estrategia y tácticas (www.quintacolumna.org/home.html). El propósito del libro es, así, ampliar un llamado Corso quintacolumnista de colaboradores amistosos -formado de momento por artistas y escritores- a fin de generar un comunal estratégico quintacolumnista, que vaya más allá de la contestación callejera, de la protesta y la propuesta. De ahí, que más importante que el propio texto, a veces apresurado y festivamente contradictorio, sea su entusiasmo, quizá ingenuo (pero necesario), en que la clave de ese "otro mundo posible" es, a fin de cuentas, una pura cuestión de estrategia, resuelta de manera colectiva.

En un país como el nuestro, en el que el 11-M demostró que el quintacolumnismo digital puede activar momentáneamente una masa crítica de ciudadanos hiperpolíticos, quizá sea pronto para convertirnos a todos en agentes dobles, pero no de que pensemos en transmutarnos, progresivamente, en activistas comprometidos con la creación cotidiana de una República global.

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