Entrevista:OSCAR BRENIFIER | Filósofo y escritor

"Al maestro le asusta hacer una pregunta y que nadie responda"

El francés de origen argelino Oscar Brenifier (54 años) es doctor en filosofía por la Sorbona. Escribe libros para niños, ahora de filosofía, una asignatura que no se imparte en la escuela. La editorial catalana Edebé ha traducido tres de los siete volúmenes de la colección SúperPreguntas, en los que Brenifier interroga a los niños mayores de siete años por las grandes incógnitas de difícil respuesta. ¿Qué es la vida?, ¿Qué son los sentimientos? y ¿Qué es el bien y el mal? están ya publicados en España. Su idea nace de la filosofía para niños, un movimiento pedagógi...

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El francés de origen argelino Oscar Brenifier (54 años) es doctor en filosofía por la Sorbona. Escribe libros para niños, ahora de filosofía, una asignatura que no se imparte en la escuela. La editorial catalana Edebé ha traducido tres de los siete volúmenes de la colección SúperPreguntas, en los que Brenifier interroga a los niños mayores de siete años por las grandes incógnitas de difícil respuesta. ¿Qué es la vida?, ¿Qué son los sentimientos? y ¿Qué es el bien y el mal? están ya publicados en España. Su idea nace de la filosofía para niños, un movimiento pedagógico inaugurado por el estadounidense Matthew Lipmam, que consiste en hacer pensar, debatir y conversar a los pequeños.

Pregunta. Las preguntas de sus libros, ¿no son muy grandes para lectores muy pequeños?

Respuesta. No es imprescindible que se respondan. La idea no es transmitir conocimientos, sino hacer pensar a los chicos, que se posicionen, que analicen y tengan un pensamiento crítico.

P. ¿Los niños se preguntan por el sentido de la vida?

R. El niño, al contrario que el adulto, no deja de hacerse preguntas por el hecho de no obtener respuestas. A esa edad, todos están a punto de cuestionarse grandes ideas y terminan haciéndolo si los padres o los profesores no les frenan antes.

P. ¿Cómo les frenan?

R. Fácilmente. Si un niño pregunta: "¿De dónde venimos?". Y la madre contesta: "De París" o "nos trae la cigüeña", el niño creerá que le toman el pelo o pensará que ha preguntado una tontería y dejará de hacer esas cuestiones.

P. ¿Cree que el profesor podría plantear esas dudas en el aula?

R. Sí. Si se perdiese el miedo.

P. ¿Miedo a qué?

R. El maestro tiene miedo a ceder al niño su poder de decidir cómo explicar las cosas. Tiene miedo a guardar el libro de texto. Pero a lo que más teme es a perder el tiempo. Le asusta hacer una pregunta en clase y que nadie responda. ¿Y si nadie dice nada? ¿Qué pasa entonces? ¿Qué hago?

P. "Si el paraíso no existe, ¿adónde van los muertos?". Con estas preguntas, ¿no acabarán sabiendo que no saben nada?

R. Magnífico. Ése es el método socrático. Sería un buen principio.

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