Protesta de jóvenes vecinos contra una política elitista

"Salas de ensayo para los del barrio". "Sin casa y sin local, pero con búnker cultural". "Más árboles y menos Divinas Palabras". Una veintena de carteles con estos lemas y otros parecidos recibió ayer al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, y a la ministra de Cultura, Carmen Calvo, en la puerta del nuevo teatro Valle-Inclán. Sus autores, jóvenes vecinos de Lavapiés, protestaban así contra lo que consideran ejemplo de una política "elitista".

"Lavapiés tiene problemas más graves que atender. La prioridad debería ser eliminar la infravivienda, no gastarse 20 millones en un teatr...

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"Salas de ensayo para los del barrio". "Sin casa y sin local, pero con búnker cultural". "Más árboles y menos Divinas Palabras". Una veintena de carteles con estos lemas y otros parecidos recibió ayer al alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, y a la ministra de Cultura, Carmen Calvo, en la puerta del nuevo teatro Valle-Inclán. Sus autores, jóvenes vecinos de Lavapiés, protestaban así contra lo que consideran ejemplo de una política "elitista".

"Lavapiés tiene problemas más graves que atender. La prioridad debería ser eliminar la infravivienda, no gastarse 20 millones en un teatro para que venga gente guapa", protestaba Carlos. A su lado, una chica de la asociación de mujeres Eskalera Karakola apuntaba: "La obra se ha hecho de espaldas al barrio. Y el edificio mismo está fuera de lugar: no queremos un macroteatro, sino una sala pequeña como era la Olimpia".

Mientras la joven hablaba, una señora embutida en su abrigo se le acercó. Éste fue el diálogo entre ambas:

-Perdona, bonita. ¿Qué pasa? Cuéntame, que soy del barrio.

-Protestamos por este teatro, que no se integra en Lavapiés.

-Ah... Bueno, pero un teatro es cultura, ¿no? No creo yo que esté de más...

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-Pero es que, mientras, la obra del centro de salud está sin hacer.

-Sí, ¡eso es cierto! Bueno, pues protestad contra eso. Pero es que este teatro, al fin y al cabo, ya está hecho...

-Hemos protestado muchas veces por el centro de salud, señora.

-No, hija, que yo vivo al lado...

Poco después, terminada la visita, alcalde y ministra salían raudos en sus coches oficiales. Un coro los despedía: "¡Que no, que no, que no nos representan!".

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