Tribuna:

Reflexiones sobre el Estatuto

No sé si me llevará de nuevo a la hoguera por expresar esta discrepancia. Pero creo que es mi deber hacerlo. Y para evitar que se filtre sesgadamente al expresarla a puerta cerrada, he optado en esta ocasión por hacerlo de forma pública.

Me resisto a comulgar siempre con lo políticamente correcto, cuando ni siquiera he tenido la ocasión de debatirlo. Creo que hago mejor servicio a mi tierra y a mi partido así. Y sé también los grandes análisis que se desprenderán de esta opinión. Pero con eso ya cuento.

Llevo muchos años militando en el Partido Popular. Y me siento profundamente ...

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No sé si me llevará de nuevo a la hoguera por expresar esta discrepancia. Pero creo que es mi deber hacerlo. Y para evitar que se filtre sesgadamente al expresarla a puerta cerrada, he optado en esta ocasión por hacerlo de forma pública.

Me resisto a comulgar siempre con lo políticamente correcto, cuando ni siquiera he tenido la ocasión de debatirlo. Creo que hago mejor servicio a mi tierra y a mi partido así. Y sé también los grandes análisis que se desprenderán de esta opinión. Pero con eso ya cuento.

Llevo muchos años militando en el Partido Popular. Y me siento profundamente orgulloso de mi partido, porque estoy completamente convencido de que es el mejor proyecto político, que ha contribuido decisivamente, y estoy seguro de que seguirá contribuyendo en el futuro al progreso de la Comunidad Valenciana y de toda España.

Creo que después de tantos años de dedicación política y de los cargos de responsabilidad que he ocupado, nadie puede albergar duda alguna de mi lealtad, mi adhesión y mi cariño al Partido Popular.

Sin embargo, hace algunos meses se traslucieron a la opinión pública mis discrepancias en un asunto concreto, en relación con algunos aspectos del proyecto de reforma de nuestro Estatuto de Autonomía. Yo habría preferido que no trascendiesen, porque se trató de opiniones que expresé únicamente en el seno de los órganos de dirección de mi partido y a puerta cerrada. Pero se filtraron y se llevó a cabo una persecución contra mí, quizás porque en esta Comunidad toda toma de posición que se aparta de la doctrina oficial resulta penada por los medios.

Sigo pensando que algunos aspectos del proyecto de Estatuto no resultan plenamente coherentes con el pensamiento de mi partido y con la realidad de la Comunidad Valenciana. Me refiero, por ejemplo, a la regulación del régimen lingüístico, privilegiando claramente al valenciano en una Comunidad territorial y socialmente bilingüe, entre otros.

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Pero, con plena lealtad a lo que había decidido mi partido, voté favorablemente el proyecto de nuevo Estatuto y anuncio ya, desde este momento, que lo seguiré haciendo.

En estos momentos, pienso que debo manifestar nuevamente mi discrepancia respecto al último acuerdo alcanzado, que creo es claramente contrario tanto a los intereses de la Comunidad Valenciana como del Partido Popular. De entrada, no había por qué alcanzar un nuevo acuerdo. ¿No se logró ya un acuerdo sobre el texto íntegro del Estatuto entre el PP y el PSOE? ¿No se pactaron también las enmiendas presentadas por las dos formaciones políticas mayoritarias al proyecto aprobado por las Cortes Valencianas? Pues ahora lo único que había que exigir al Partido Socialista es que se atuviese a los acuerdos alcanzados. Acuerdos que fueron rotos unilateralmente por los socialistas y tras esa ruptura unilateral no parece que tenga mucho sentido que el PP se siente de nuevo a hablar y se vea además obligado a ceder.

La cuestión sobre la que se ha producido el nuevo acuerdo no es baladí. La barrera del 5% -que fue acordada por la UCD y el PSOE durante la elaboración del Estatuto vigente, en un momento en el que, no está de más recordarlo, la formación política mayoritaria en la Comunidad era el Partido Socialista- estaba orientada a dotar a la Comunidad Valenciana de la necesaria estabilidad política y a impedir que formaciones con escasa representatividad determinen el rumbo de los asuntos públicos. Un problema que se está percibiendo de forma cada vez más clara en la política nacional y que hace que cada vez sean más las voces que reclaman en España una reforma de la Ley Electoral en sentido contrario a la que aquí se acaba de pactar.

Pero, además de ser perjudicial para la estabilidad política de la Comunidad Valenciana, la supresión de la barrera del 5% es claramente perjudicial para los intereses futuros del Partido Popular. Por una razón fácil de comprender: el Partido Popular es hoy el único partido en España con un proyecto nacional y con vocación de defender los intereses generales y, por lo tanto, será más difícil que pueda lograr acuerdos con formaciones nacionalistas, que tendrán mayor proclividad a entenderse con un partido que ha renunciado a su condición de español como el Partido Socialista.

Por eso, el PSOE, que promovió y defendió esta barrera electoral cuando pensaba que iba a ser para siempre un partido hegemónico, aboga ahora por su supresión, para poder llegar más fácilmente al Gobierno. No es un supuesto interés por el pluralismo el que le mueve, es simplemente, su ansia por llegar al poder a cualquier precio.

Se me podrá decir que la barrera del 5% no se ha suprimido, sólo se ha decidido sacarla del Estatuto y llevarla a la Ley Electoral. Pero creo que a nadie se le escapa que no es lo mismo que una determinada regla esté en la Constitución que en una ley, y no es lo mismo que esté en el Estatuto de Autonomía que en una ley ordinaria, aunque se apruebe por mayoría reforzada. Y, de entrada, el primer efecto que tendrá esta reforma es alentar las esperanzas de las formaciones minoritarias.

Como estos días estamos viendo en la prensa. Este es un primer paso. Lo que hemos hecho es abrir la puerta y el PSOE nos lo está recordando a diario. ¡Tiempo al tiempo! Ojalá me equivoque. Y el mayor interés que me guía es consolidar la realidad de nuestra Comunidad en la que crees firmemente, sin disminuir un ápice mi orgullo de sentirme español.

Julio de España es presidente de las Cortes Valencianas.

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