Análisis:

Giro a la derecha

Posiblemente sea una audacia el buscar intenciones políticas en las votaciones de una masa tan heterogénea como los 12.000 miembros de la NARAS. Pero resulta tentador leer en esa clave el pleno de U2, que barrió al candidato in péctore, el rapero Kanye West. Bono, con la mirada larga puesta en sus objetivos humanitarios, visita respetuosamente al presidente Bush. Por el contrario, West se destapa en directo en televisión con una acusación de racismo contra Bush, en referencia a la respuesta federal a la devastación del Katrina. Además, Kanye West se retrató con corona de espinas ...

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Posiblemente sea una audacia el buscar intenciones políticas en las votaciones de una masa tan heterogénea como los 12.000 miembros de la NARAS. Pero resulta tentador leer en esa clave el pleno de U2, que barrió al candidato in péctore, el rapero Kanye West. Bono, con la mirada larga puesta en sus objetivos humanitarios, visita respetuosamente al presidente Bush. Por el contrario, West se destapa en directo en televisión con una acusación de racismo contra Bush, en referencia a la respuesta federal a la devastación del Katrina. Además, Kanye West se retrató con corona de espinas para la portada de Rolling Stone, una foto a lo Jesucristo que ya era vituperada antes de llegar a los quioscos. Sea como sea, los votantes prefirieron las estrellas establecidas sobre el arrogante recién llegado, al rock de estadio sobre el hip-hop. Que conste que West se llevó estatuillas a casa, aparte de contemplar cómo se reconocía varias veces a su protegido, el cantante John Legend. Pero, ay, sus victorias no fueron transmitidas por televisión.

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Finalmente, quizá aquí no haya más cera que la lentitud de la Academia en reconocer tendencias. Aparte de su presencia tangencial en el premiado disco de Shakira, no se halla ni rastro de la única música que en 2005 ha crecido en ventas en el mercado estadounidense, donde han bajado el rock, el country o el rap: el reggaeton. Y no me hagan gestos de repugnancia; esa exportación de Puerto Rico es una realidad, con las multinacionales fichando apresuradamente a Tego Calderón y Daddy Yankee.

Con 108 categorías, los Grammy dan margen tanto para la indignación como para el gesto de asentimiento. Aberrante resulta encontrarse con Laura Pausini derrotando a Jorge Drexler, Andrea Echeverri y Kevin Johansen (mejor álbum de pop latino). Han chocado igualmente los dos trofeos ganados por Kelly Clarkson, salida del equivalente gringo de Operación Triunfo. Dobles vencedores también han sido el jamaicano Damian Marley, el guitarrista histórico Les Paul, el eterno Stevie Wonder y el grupo favorito de los pastilleros españoles, los Chemical Brothers.

Sorprendente ha resultado el triunfo de Willy Chirino (mejor disco de salsa), cubano de Miami con tan larga trayectoria que ya se autoedita sus grabaciones. Previsible que Jimmy Sturr sume otro Grammy a su colección de catorce (¡14!) como intérprete de polca. Otros triunfos se explican por la aureola de calidad de sus protagonistas: Bruce Springsteen, Burt Bacharach -llamó "mentiroso" a George W. Bush, pero fuera de cámara-, los White Stripes, Emmylou Harris, Gilberto Gil, B. B. King, Wayne Shorter, Eddie Palmieri, Martin Scorsese -por Bob Dylan: no direction home-, Pat Metheny, John Prine, Diana Reeves, Tony Bennett (¿pero cómo no iba a ganar a Carly Simon, Michael Bubblé o Rod Stewart?). Y, por lo que nos toca, un disco concebido por Fernando Trueba y Nat Chediak: Bebo de Cuba, de Bebo Valdés. Para los derrotados, siempre hay consuelo. La ceremonia tuvo como momento álgido un homenaje colectivo a Sly & The Family Stone, rompedor grupo de soul que ni siquiera fue candidato al Grammy mientras vivía su efervescencia creativa.

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