El British Council acoge a las 'personas libro' de 'Fahrenheit 451'

El mundo que Ray Bradbury describió en su novela Fahrenheit 451 en el año 1953 parecía ayer en Madrid un poco más cercano. El escritor estadounidense imaginó una sociedad en la que los libros estaban prohibidos y sólo unos rebeldes mantenían viva la literatura aprendiéndose de memoria distintos textos. Una treintena de personas acudieron ayer por la tarde a la sede que el British Council tiene en el distrito de Chamberí para presenciar cómo cinco autodenominadas personas libro emulaban a los protagonistas de la novela de Bradbury y de la película homónima que François Truffaut ro...

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El mundo que Ray Bradbury describió en su novela Fahrenheit 451 en el año 1953 parecía ayer en Madrid un poco más cercano. El escritor estadounidense imaginó una sociedad en la que los libros estaban prohibidos y sólo unos rebeldes mantenían viva la literatura aprendiéndose de memoria distintos textos. Una treintena de personas acudieron ayer por la tarde a la sede que el British Council tiene en el distrito de Chamberí para presenciar cómo cinco autodenominadas personas libro emulaban a los protagonistas de la novela de Bradbury y de la película homónima que François Truffaut rodó en 1966.

La reunión tuvo un claro vencedor: Gabriel García Márquez. Del colombiano se dijeron textos de tres obras distintas -Cien años de soledad, Noticia de un secuestro y Diatriba de amor contra un hombre sentado-, pero los participantes también recitaron textos de escritores como Italo Calvino, Emile Cioran o Anna Frank. Martín Carril, uno de los protagonistas del acto, lleva dos años como persona libro y no se arrepiente. "Es increíble la forma en que esto me ha enganchado", asegura emocionado.

El proyecto Fahrenheit 451 (Las personas libro) comenzó en 2003, cuando al profesor de teatro Antonio Rodríguez se le ocurrió que una buena forma de fomentar la lectura sería animar a distintas personas a aprenderse un libro. "Y aunque no sea un libro entero, un relato, unas pocas páginas, un verso...", matiza Rodríguez.

El Círculo de Bellas Artes apoyó la iniciativa presentándolo en las dos últimas lecturas continuadas del Quijote. En la del año pasado, 46 personas libro recitaron en 27 lenguas distintos fragmentos de la obra de Cervantes. Y el British Council ha decidido participar cediendo sus instalaciones para las bibliotecas vivientes que quieran memorizar textos en inglés.

Entre los asistentes, sólo quedaba una duda: al terminar el acto, un hombre preguntó si, dado que el objetivo de la iniciativa es el fomento de la lectura, no sería más lógico ocupar el tiempo leyendo y no memorizando textos.

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