Crítica:POESÍA

La nostalgia del Uno

En la cubierta de este volumen figuran como coautores Andrés Sánchez Robayna y Antoni Tàpies, de lo que se colige que los ocho dibujos de Tàpies son la otra parte de una obra bifronte, y no simples ilustraciones de los poemas que Andrés Sánchez Robayna (Las Palmas de Gran Canaria, 1952) ha agrupado en dos secciones de doce y veinte composiciones respectivamente. En verdad, los dibujos constituyen un cartograma de manchas de mano y huellas dactilares que no ilustran servilmente los poemas, aunque acaso sea mucho suponer que dialogan con ellos, toda vez que la conversación entre ambas formas art...

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En la cubierta de este volumen figuran como coautores Andrés Sánchez Robayna y Antoni Tàpies, de lo que se colige que los ocho dibujos de Tàpies son la otra parte de una obra bifronte, y no simples ilustraciones de los poemas que Andrés Sánchez Robayna (Las Palmas de Gran Canaria, 1952) ha agrupado en dos secciones de doce y veinte composiciones respectivamente. En verdad, los dibujos constituyen un cartograma de manchas de mano y huellas dactilares que no ilustran servilmente los poemas, aunque acaso sea mucho suponer que dialogan con ellos, toda vez que la conversación entre ambas formas artísticas, eliminada la supeditación didáctica de la imagen (y también de los blancos de página) al texto, exige un sincronismo dialéctico difícil de apreciar. Puede discutirse si los dos bloques de versos son libros conclusos o, como parece más probable, muestra de una escritura en marcha que encuentra aquí una primera parada editorial. Correspondencias, el conjunto al que el título general relega a una condición subalterna, consta de poemas de asunto variado, pero de una rara convergencia de sentido. Junto a bodegones minimalistas, hay poemas concebidos como vasos lacrimatorios ('Madrid, para una elegía'), homenajes explícitos (al músico polaco Górecki, a la pacifista norteamericana Rachel Corrie, mártir de la causa palestina), y algunos homenajes implícitos donde lo luctuoso resulta ungido por una luz bautismal, como sucede en estos versos de reminiscencias juanramonianas: "El niñodiós anduvo / por estas calles blancas: / piedra y cielo nacían / dentro de la mañana. Hoy este sol herido / sobre el tiempo jadea. / En la losa caliente, / sólo unas flores secas". Enemigo de la matraca métrica y de la máquina de rimar, el poeta cede aquí al vaivén de un ritmo de verso breve, a veces heptasilábico, y a ciertas asonancias arromanzadas, extrañas en él. Valga de ejemplo el poema en que unas flores ("Gerberas amarillas / en la ventana: manos / abiertas, breves / soles multiplicados") testimonian una anunciación de la muerte en cuya levedad se apagan los sones funerales del estoicismo clásico o quevedesco.

SOBRE UNA CONFIDENCIA DEL MAR GRIEGO (PRECEDIDO DE "CORRESPONDENCIAS")

Andrés Sánchez Robayna/ Antoni Tàpies

Huerga & Fierro

Madrid, 2005

84 páginas. 18 euros

Frente a esa presentación,

Sobre una confidencia del mar griego intensifica la esencialidad y el despojamiento. En El libro, tras la duna (2002), algunos lectores interpretaron que el autor viraba desde el ensimismamiento insular hacia un territorio más narrativo, esmaltado por los hitos biográficos de una conformación espiritual en progreso. Ya entonces indicamos que ese iter perfectionis no rompía con el universo precedente, sino que lo contenía en un círculo concéntrico de mayor amplitud. Esta colección evidencia la trabazón de toda la escritura de Robayna, que ahora surca aguas mediterráneas, pero mantiene las señales unitarias de su creación. La luz, los guijarros, el árbol o el salitre sirven al propósito prefijado ya en Clima (1978), Tinta (1981) y La roca (1984), cuerpo simbólico de una experiencia sensible cuya aparente autosuficiencia termina abismándose en una reflexión ontológica. En el Apéndice que cerraba la recopilación de su poesía En el cuerpo del mundo (2004), mostraba el autor su vacilante concordancia con el pensamiento de Mallarmé, para quien el poeta, segregado de un hábitat en que la palabra había quedado devaluada por la circulación mercantil de los signos y su carácter instrumental, es "un hombre que se aísla para esculpir su propia tumba": alguien que debe bruñir el lenguaje para devolverle la radiación originaria. En esta ocasión se pregunta de nuevo Robayna por la respiración divina que alienta en "las palabras que el mar está diciéndote", canalizadas en una expresión lingüística que se balancea en la superficie de las aguas, a la búsqueda nostálgica de la unidad primera.

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