OPINIÓN DEL LECTOR

Sevilla, ¿una ciudad habitable?

Vivir en Sevilla para muchos de nosotros se ha convertido en un suplicio. En el barrio donde resido, Triana, circular es una tarea propia de artistas de circo. Los estacionamientos en doble fila constituyen una costumbre arraigada que no he visto en ninguna otra ciudad española, de manera que los que aparcamos en los lugares destinados, debemos asumir como normal la posibilidad de no volver a coger el coche durante horas, expuestos a un encierro perpetuo. Muchas veces he avisado a la Policía Local y siempre, si aparecen, llegan tarde, cuando los vecinos han resuelto sus disputas a gritos o cua...

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Vivir en Sevilla para muchos de nosotros se ha convertido en un suplicio. En el barrio donde resido, Triana, circular es una tarea propia de artistas de circo. Los estacionamientos en doble fila constituyen una costumbre arraigada que no he visto en ninguna otra ciudad española, de manera que los que aparcamos en los lugares destinados, debemos asumir como normal la posibilidad de no volver a coger el coche durante horas, expuestos a un encierro perpetuo. Muchas veces he avisado a la Policía Local y siempre, si aparecen, llegan tarde, cuando los vecinos han resuelto sus disputas a gritos o cuando el infractor decide marcharse. Los coches se aparcan en cualquier parte; entiéndase: encima de las aceras, en esquinas insalvables, en salidas y entradas de cocheras, etc. Todo ello con el permiso de la autoridad, que hace caso omiso al cumplimiento de la norma.

A todo el caos circulatorio se suman los ruidos que ello ocasiona y que, comprobado, da lugar a un estado de ansiedad e irritabilidad. Los pitidos suenan a todas horas, el camión del butano que se anuncia golpeando insistentemente unas con otras las bombonas de gas; las numerosas obras que se permiten sin tener en cuenta a los residentes y que deben ser un obstáculo infranqueable para muchos disminuídos físicos Y eso sin hablar de la suciedad que inunda estas calles, pues el camión de riego sólo pasa en contadas ocasiones, en Semana Santa y antes del paso de la Hermandad del Rocío. Por supuesto, el turista que pasee por el casco histórico se llevará otra impresión ya que todo reluce como el oro.

Me pregunto si a esto llama nuestro alcalde una ciudad más habitable que mira al futuro. Los ciudadanos estamos hartos de eslóganes vacíos. Dense una vuelta por los barrios de esta ciudad y podrán comprobarlo in situ.

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