Un hombre muere de un disparo al asomarse a un quinto piso

El fallecido, que estaba en una fiesta en Carabanchel, recibió el tiro en el costado

L. M. F., un rumano de 23 años, falleció ayer a las 3.45 tras recibir un disparo en el hemitórax izquierdo. L. M. F., que celebraba la Nochevieja en una vivienda de la plaza de la Rendición de Breda, 8 (Carabanchel), se asomó a una ventana del inmueble, situado en un quinto piso. La policía sospecha que el proyectil fue disparado desde el exterior. Los servicios de emergencia le hallaron en parada cardiorrespiratoria y no lograron reanimarlo.

El primer homicidio de 2006 se cobró la vida de un hombre de nacionalidad rumana, que participaba en una fiesta de Nochevieja. L. M. F. se encontr...

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L. M. F., un rumano de 23 años, falleció ayer a las 3.45 tras recibir un disparo en el hemitórax izquierdo. L. M. F., que celebraba la Nochevieja en una vivienda de la plaza de la Rendición de Breda, 8 (Carabanchel), se asomó a una ventana del inmueble, situado en un quinto piso. La policía sospecha que el proyectil fue disparado desde el exterior. Los servicios de emergencia le hallaron en parada cardiorrespiratoria y no lograron reanimarlo.

El primer homicidio de 2006 se cobró la vida de un hombre de nacionalidad rumana, que participaba en una fiesta de Nochevieja. L. M. F. se encontraba en el domicilio de unos compatriotas, situado en el quinto piso, letra A, del número 8 de la plaza de Rendición de Breda.

El fallecido se encontraba apoyado en la barandilla de la terraza de la casa, que tenía los cristales abiertos, alrededor de las 3.45. En ese momento, un proyectil le alcanzó en el hemitórax izquierdo. Inmediatamente, los asistentes a la fiesta avisaron a Emergencias 112, que desplazó al lugar una UVI móvil del Summa. Los sanitarios encontraron al hombre inconsciente y en parada cardiorrespiratoria. Intentaron reanimarlo durante más de 30 minutos sin conseguirlo. Finalmente, sólo pudieron certificar su muerte.

Cuando el hombre cayó herido, la fiesta estaba en su apogeo. Diecisiete personas disfrutaban de la música, que retumbaba en todo el edificio y que se escuchaba desde la calle, según dijeron varios testigos. Todos los asistentes a la celebración declararon ayer ante la policía, sin que ninguno fuera arrestado. Los agentes investigan si el disparo entró en la vivienda desde el exterior, según informó un portavoz de la Jefatura Superior de Policía.

En el domicilio donde sucedió el crimen viven tres hermanos de nacionalidad rumana. La vivienda es propiedad de su jefe, dueño de una empresa de pocería. Éste explicó ayer que los tres hermanos trabajan con él desde hace tres años, y que son personas de toda confianza.

"He venido porque soy el propietario de la vivienda y para ayudarles. Hablan español, pero no con la suficiente fluidez para hacer frente a un suceso tan terrible", explicó el dueño del piso. Esta misma persona, que prefiere no desvelar su identidad, afirmó que el fallecido era sólo un conocido de sus tres empleados que se había acercado a la fiesta con un amigo.

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"Barrio tranquilo"

"Estoy muy asustada", comentaba ayer Amelia López, vecina de la vivienda donde murió el hombre. "Este barrio ha sido siempre muy tranquilo, y ellos parecían buena gente. Es verdad que ayer armaron mucho jaleo, porque la música estaba muy alta, pero no era lo habitual", dice.

López comentó que, alrededor de las tres de la madrugada, miró por la mirilla de la puerta porque el ruido era ensordecedor y había personas discutiendo en el rellano de la escalera. "No llegue a ver quiénes eran. Estaba muy oscuro", explica.

Otras personas del mismo edificio donde se produjo el homicidio comentaron ayer que el alto volumen de la música les impidió dormir en la madrugada del domingo.

Juan Gumiel, vecino del tercero, sostiene que los muebles se movían. "Todo retumbaba. Son buena gente, pero el escándalo de anoche era enorme. Mi nieto de cinco años estuvo a punto de echarse a llorar. Es muy pequeño y no sabía qué pasaba".

Otros vecinos recordaron ayer que no es la primera vez que hay disparos en la zona. Hace meses, según declararon varios residentes, alguien sin identificar mató de un disparo a un perro que estaba atado en la puerta de un bar de la misma plaza donde fue asesinado el domingo L. M. F.

Un caso parecido sin resolver

Hace ahora exactamente tres años que la ciudad sufrió un homicidio semejante al ocurrido ayer en la plaza de la Rendición de Breda, 8.

Cuando sólo habían pasado ocho minutos del primer día de 2003, Francisco Peromingo Hoyo, de 39 años, se asomó a la terraza de su casa en el Puente de Vallecas. Vivía en un tercer piso. Peromingo, casado y con dos hijos, quería saber quién estaba tirando tantos petardos en la puerta de su vivienda, en la calle de los Andaluces. No vio nada. Por eso se dio la vuelta para entrar en la casa, pero recibió antes un impacto en la cabeza. Cayó al suelo. Sus familiares se dieron cuenta de que le había pasado algo extraño. Llamaron a la policía y a una ambulancia. Pensaron que estaba herido por la explosión de un petardo en la parte posterior del cráneo. Cuando llegaron los facultativos, se encontraron con la sorpresa de que el herido presentaba un orificio de bala en la parte occipital. Fue trasladado al hospital Gregorio Marañón, donde murió a las dos de la tarde.

Los investigadores policiales descubrieron que otras dos viviendas habían recibido también sendos disparos. Uno de ellos fue localizado en un segundo piso, unos cinco metros más abajo de donde resultó herido Peromingo. La bala entró por un ventanal y, tras impactar contra la pared, quedó sobre una mesa. Un segundo proyectil afectó a otro tercer piso. Atravesó una ventana y se estrelló contra una pared. Era del nueve milímetros corto.

El asesino nunca fue descubierto.

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