Columna

Sin pipa

Santiago Aizarna, que sabe de qué habla, decía hace unos días que habían asesinado a Olentzero. Lo había visto, al parecer, encaramado al mercado de la Brecha de San Sebastián nada menos que...sin pipa. Voilà domesticado el fauno irreverente. De toda la euskoberza de los sesenta y setenta, de toda aquella neotradicionalización revolté que buscaba el huts y el putz para negar la Historia, sólo nos quedaba Olentzero, y ahí lo tienen, sometido a la ley antitabaco. La negación de la negación ha venido a dar en un Papá Noel vestido de baserritarra y acorde con los...

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Santiago Aizarna, que sabe de qué habla, decía hace unos días que habían asesinado a Olentzero. Lo había visto, al parecer, encaramado al mercado de la Brecha de San Sebastián nada menos que...sin pipa. Voilà domesticado el fauno irreverente. De toda la euskoberza de los sesenta y setenta, de toda aquella neotradicionalización revolté que buscaba el huts y el putz para negar la Historia, sólo nos quedaba Olentzero, y ahí lo tienen, sometido a la ley antitabaco. La negación de la negación ha venido a dar en un Papá Noel vestido de baserritarra y acorde con los buenos usos del consumo. ¿Hay motivo para quejarse? No me resisto a ponerme pedante y a citarles a Hegel: "Los burgundios, la venganza de Kriemhinden, las hazañas de Sigfrido, todas las circunstancias vitales, el destino de toda la raza en derrumbe, el ser nórdico, el rey Etzel, etc., todo eso no tiene ya ninguna relación viva en nada con nuestra vida jurídica, civil, hogareña, nuestras instituciones y constituciones (...).Querer hacer una cosa semejante ahora algo nacional o incluso convertirlo en un libro popular, ha sido la ocurrencia más trivial y superficial. En días de un entusiasmo juvenil que se inflamaba aparentemente nuevo, era un signo de la ancianidad de una época que ante la proximidad de la muerte se había hecho otra vez infantil, que se recreaba con lo muerto y que pudo también exigir a otros tener en ello su sentimiento, su presente". Sabemos a qué muertes condujo luego esa muerte. Afortunadamente, el consumo ha dejado a Olentzero en su sitio. Sin pipa.

La que también parece quedarse sin pipa es mi ciudad, San Sebastián la bella. Decía mi alcalde Odón que ni el Gobierno vasco ni la Diputación están dispuestos a impulsar nuestros equipamientos culturales. ¡Vaya!, que los nacionalistas no nos quieren. Y es que esta ciudad, en realidad, es muy poco vasca. Es una ciudad muy suya, un bicho raro, y pese a que Olentzero sí pasaba por aquí, y no por Galdakao -donde no lo vieron jamás-, nunca habrá manera de ponerlo en lugar de nuestro santo patrón, que es el santo más sexy de toda la historia de las religiones. Llamarla "Donosti" en castellano, como se estila ahora, es como ponerle un braguero al pecado y tapar al santo. Sí, tiene razón Odón, y deseo sugerirle una idea para el nuevo año. Le sugiero que promueva la independencia de San Sebastián. Que la convierta en una ciudad libre, en una ciudad mercenaria al servicio de quienes quieran pasárselo bien.

Si se puede alquilar un polideportivo, no veo por qué no se pueda alquilar una ciudad. La mía lo tiene todo para ser alquilable y cambiar de bandera al mejor postor: buen clima, entorno maravilloso, arquitectura sobresaliente, Kursaal, Tabacalera y lo que se pueda añadir. Y un carácter idóneo para seguir siendo lo que es sin disgustar al consumidor. De evento en evento, hoy podríamos ser un trozo de Alemania y mañana un pedazo de Rusia, con el palacio de la Diputación convertido en transitorio museo del vodka, ya que la institución se habría trasladado para entonces a Tolosa, o a Zarautz, que les gusta mucho. A algún sitio en el que sólo se puedan ver a sí mismos entre paseíto y chacolí, circunstancia que no se da en San Sebastián, donde los ñoños brotan como hongos. Y nos autofinanciaríamos, ¡vaya que sí!, sin necesidad alguna de que mi alcalde Odón tuviera que mendigar dineros al Gobierno español y viviéramos dependientes de que en Madrid gobernara el PP o el PSOE. Nos daría igual, porque nos alquilaríamos a cualquiera.

¡Ah!, también a mí me van a dejar sin pipa. A mí, que soy un fumador dañino, de los que echan humo a los ojos. Con el humo conseguía que los míos se volvieran grises e ignoro con qué voy a sustituir esa arma de seducción. Tampoco ahora me puedo resistir a ponerme pedante y citarles a Hegel: "El humo es lo finito en su esencialidad que se toma a sí mismo y, de esta manera, él mismo esencial y absoluto. En él, lo absoluto llega a la intuición y la sensación". La cita, naturalmente, es falsa. Les deseo a todos un feliz y venturoso 2006. Aunque fumen.

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