Crítica:

El crédito de la fantasía

En Desenmascarar a Kavarokios se dan cita la fantasía, la ironía fina y algunas llamadas de atención al mundo que vivimos. José María García Hernández (Madrid, 1960) ha encontrado un feliz mecanismo de composición en el cual las piezas de su narración cuadran perfectamente con un ejercicio de imaginación de buena ley y la impugnación social. La apelación a la fantasía tiene en nuestra narrativa nombres indiscutibles. José María Merino y Juan José Millás son dueños de territorios fantásticos de incuestionable personalidad. García Hernández transita también por estos caminos dejando la se...

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En Desenmascarar a Kavarokios se dan cita la fantasía, la ironía fina y algunas llamadas de atención al mundo que vivimos. José María García Hernández (Madrid, 1960) ha encontrado un feliz mecanismo de composición en el cual las piezas de su narración cuadran perfectamente con un ejercicio de imaginación de buena ley y la impugnación social. La apelación a la fantasía tiene en nuestra narrativa nombres indiscutibles. José María Merino y Juan José Millás son dueños de territorios fantásticos de incuestionable personalidad. García Hernández transita también por estos caminos dejando la sensación de haber asimilado con mucho provecho la lectura de sus contemporáneos más inmediatos e incluso la de algunos maestros en castellano, como Anderson Imbert, Borges y Adolfo Bioy Casares.

DESENMASCARAR A KAVAROKIOS

José María García Hernández

Menoscuarto. Palencia, 2005

122 páginas. 12 euros

El doctor Kavarokios, el dueño de una cadena de clínicas por toda España, es una metáfora de los gurús que una sociedad falta de alicientes afectivos necesita imperiosamente para sobrevivir. La novela que nos propone García Hernández tiene su centro de gravedad en este misterioso, ubicuo y casi incorpóreo personaje. Sus trece capítulos son en realidad como trece relatos en donde se narra un milagro distinto del ínclito doctor. Éste puede hacer que hablemos frente al espejo con nuestro doble. O hacer que las damas casadas con tipos aburridos encuentren un geniecillo invisible que las colme de felicidad. O que cualquiera asista a un museo de objetos reales de seres imaginarios: la pipa de Holmes o el gorro de Caperucita. Kavarokios puede hacer que des saltos en el tiempo. O que alguien, disgustado con su estirpe o su falta de ella, se enfunde en otra egregia. Kavarokios hace su aparición cuando ya el lector comenzaba a dudar de su existencia. Es un hombre corriente que tiene un don casi sobrenatural para detectar las insuficiencias sentimentales o morales de sus pacientes. Por ello, quien tiene al final el cometido de desenmascararlo, termina rendido a su dudoso magisterio. En ningún momento incurre José María García Hernández en los defectos habituales en que suelen caer los neófitos en la fantasía. Todo el libro rezuma conocimiento holgado de las leyes de la literatura fantástica. Y sumado a esto, unas dosis agradecidas de ironía y humor. Sugiero a los lectores este libro. Pasarán un rato agradable y no sentirán nunca ese aire de pesada trascendencia que tienen a veces las narraciones de este género. Me ha gustado la solución que ha dado el autor a la figura de Kavarokios. Capítulo a capítulo, se nos va, en dibujo indirecto, ralentizando su presencia. Al final, lo tenemos frente a nosotros comedido y victorioso, aunque también indirectamente, sometiendo a quien estaba firmemente dispuesto a desacreditarlo.

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