El dirigente palestino preso Barguti encabeza una escisión de Al Fatah

Las elecciones primarias del partido gubernamental palestino, Al Fatah, han desembocado en una escisión que se augura traumática. Anoche, una hora antes de concluir el plazo para presentar candidaturas y a 42 días de los comicios legislativos, la esposa del dirigente Maruan Barguti, Fadua, presentó en el Consejo Electoral de Ramala la lista que encabezará quien fuera líder de las milicias del partido en Cisjordania y que purga cinco cadenas perpetuas en una prisión israelí. Minutos después, el ministro de Exteriores de la Autoridad Nacional, Naser al Qidua, sobrino de Yasir Arafat, presentó la...

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Las elecciones primarias del partido gubernamental palestino, Al Fatah, han desembocado en una escisión que se augura traumática. Anoche, una hora antes de concluir el plazo para presentar candidaturas y a 42 días de los comicios legislativos, la esposa del dirigente Maruan Barguti, Fadua, presentó en el Consejo Electoral de Ramala la lista que encabezará quien fuera líder de las milicias del partido en Cisjordania y que purga cinco cadenas perpetuas en una prisión israelí. Minutos después, el ministro de Exteriores de la Autoridad Nacional, Naser al Qidua, sobrino de Yasir Arafat, presentó la candidatura del presidente, Mahmud Abbas.

Barguti amagó el pasado enero con presentarse a los comicios presidenciales en los que venció con claridad Abbas. Fueron necesarias varias visitas a la cárcel de dirigentes de Al Fatah para disuadirle. La división del partido fundado por Arafat a finales de la década de los cincuenta, y hegemónico desde 1996, año en que se celebraron las primeras y únicas elecciones generales, supone un golpe devastador para Abbas. Sobre todo porque dos pesos pesados de la política palestina y muy próximos colaboradores hasta ayer, el ministro de Asuntos Civiles, Mohamed Dahlan, y su asesor de seguridad, Yibril Rajoub, se presentan junto a Barguti.

La vieja guardia

Las pugnas internas entre la vieja guardia -los denominados tunecinos, que acompañaron a Arafat al exilio en el país norteafricano a comienzos de los años ochenta y que sufren gran desprestigio por escándalos de corrupción- y los jóvenes dirigentes curtidos en las dos intifadas palestinas han provocado incontables episodios de violencia en Cisjordania y Gaza. Las disputas alcanzaron su cénit en las últimas jornadas, cuando militantes de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, la milicia de Al Fatah, irrumpieron a tiros en oficinas electorales de la franja y de Nablús, en Cisjordania. Los disconformes no aceptaban la composición de las listas electorales. Aseguraron que Abbas había incluido nombres de candidatos que ni siquiera se presentaron a las primarias y relegado a puestos irrelevantes a Barguti, quien había arrollado en los comicios internos en su feudo de Ramala.

Al Fatah afronta un desafío en las urnas que puede orillarle del poder tras medio siglo al frente de los destinos del pueblo palestino, porque, además de la escisión, tendrá que competir también con el movimiento fundamentalista Hamás, que goza de creciente popularidad.

Y sin prisa pero sin pausa, Israel prosigue su práctica de asesinar a supuestos terroristas en la franja de Gaza. La aviación lanzó ayer un misil contra un coche en el que viajaban cuatro milicianos palestinos cerca del cruce fronterizo de Karni. Murieron los cuatro. Otro importante dirigente de Yihad Islámica, Jader Habib, quedó herido leve en un ataque similar horas después.

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