Editorial:

Escasa potencia mental

Los terroristas quisieron hacerse notar en el aniversario de la Constitución y colocaron cinco artefactos de escasa potencia en carreteras de los alrededores de Madrid y dos más en Guipúzcoa y Navarra, y seguramente otro, no localizado, en el aeropuerto de Santander. No hubo daños personales, aunque sí provocaron algunos atascos e incomodidades diversas a miles de personas que emprendían viaje con ocasión del puente de la Inmaculada. El año pasado hicieron lo mismo. Es característica de la mentalidad terrorista la tendencia a la reiteración y a atribuirse el derecho a fastidiar a la gente. Aun...

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Los terroristas quisieron hacerse notar en el aniversario de la Constitución y colocaron cinco artefactos de escasa potencia en carreteras de los alrededores de Madrid y dos más en Guipúzcoa y Navarra, y seguramente otro, no localizado, en el aeropuerto de Santander. No hubo daños personales, aunque sí provocaron algunos atascos e incomodidades diversas a miles de personas que emprendían viaje con ocasión del puente de la Inmaculada. El año pasado hicieron lo mismo. Es característica de la mentalidad terrorista la tendencia a la reiteración y a atribuirse el derecho a fastidiar a la gente. Aunque no sepan bien para qué.

Si, como dicen los jefes de Batasuna, se está a la espera de que ETA formalice en breve su decisión de delegar en el brazo político la defensa de sus objetivos, ¿qué sentido tienen estas bombas?, ¿a qué causa suponen que contribuyen? Tal vez sea cierto que en ETA hay división entre los que son partidarios de anunciar ya el abandono de las armas y los que no; y que la síntesis provisional sea poner bombas con aviso previo: ni retirada, ni víctimas mortales. En todo caso, el último boletín interno de la banda contradice abiertamente lo que dicen Otegi y compañía. No sólo por la expulsión de Pakito y los otros cinco, sino por el aparente regreso a la estrategia KAS de los años ochenta, consistente en reclamar el diálogo y a la vez hacerlo imposible con condiciones inasumibles: ahora, la autodeterminación y la "desactivación" de las fuerzas de seguridad como "paso previo" a cualquier declaración de tregua. Con el añadido de más amenazas a los periodistas.

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En estas condiciones, los líderes de Batasuna tendrán que hacer algo más que apelaciones a las "soluciones políticas" si quieren que se les crea. No es posible un diálogo tutelado y condicionado por la presencia de una organización terrorista, como hace poco manifestó el líder del PNV, Josu Jon Imaz. La idea de un diálogo en paralelo sobre la "desmilitarización del conflicto" es absurda: sólo hay una parte militarizada que es ETA, por lo que sólo de ella depende tal desmilitarización. Sin abandono definitivo de las armas y de toda forma de coacción no es posible diálogo alguno, como acordó el Congreso en mayo y ayer reiteró Zapatero tras recordar que, mientras la situación siga siendo la que es, las fuerzas de seguridad seguirán deteniendo etarras (y los jueces, condenándoles).

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