Crítica:CRÍTICAS

Generación perdida

De vez en cuando, el cine americano despliega un inusual poderío en el autoflagelamiento mediante la observación de su sociedad. American beauty, una de las últimas muestras de este tipo de psicoanálisis cinematográfico, ejerce como evidente modelo narrativo y estilístico a seguir para El mundo de Leland, de Matthew Ryan Hoge, protagonizada por un grupo de adolescentes perdidos en un maremágnum afectivo que les sobrepasa hasta límites insostenibles y en el que la educación otorgada por sus presumiblemente cultos padres ejerce de más que probable veneno con el que chocar la mano d...

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De vez en cuando, el cine americano despliega un inusual poderío en el autoflagelamiento mediante la observación de su sociedad. American beauty, una de las últimas muestras de este tipo de psicoanálisis cinematográfico, ejerce como evidente modelo narrativo y estilístico a seguir para El mundo de Leland, de Matthew Ryan Hoge, protagonizada por un grupo de adolescentes perdidos en un maremágnum afectivo que les sobrepasa hasta límites insostenibles y en el que la educación otorgada por sus presumiblemente cultos padres ejerce de más que probable veneno con el que chocar la mano de la muerte antes de tiempo.

En la línea de Las vírgenes suicidas, Capturing the Friedmans o Elephant, pero sin llegar a la enorme calidad de éstas, El mundo de Leland se ocupa de la existencia de uno grupo de jóvenes a los que no les interesa su propio destino, que desbarran hasta llegar al suicidio porque quieren saber qué se siente; una generación abandonada por sus progenitores que pretende llamar la atención sobre su desamparo con los métodos más inoportunos.

EL MUNDO DE LELAND

Dirección: Matthew Ryan Hoge. Intérpretes: Ryan Gosling, Jena Malone, Don Cheadle, Kevin Spacey. Género: drama. EE UU, 2003. Duración: 108 minutos.

Alrededor de ellos, una serie de vidas cruzadas que en pantalla no acaban de cuajar en su totalidad, pero que dan cuenta de un pesimismo existencial a prueba de bala, de una descomunal amargura difícil de erradicar.

Producida por Kevin Spacey (que se reserva el papel secundario más negativo de la función, el de un brillante escritor negado para la paternidad), El mundo de Leland desarrolla de forma notable su muestrario de iniquidades mientras no pretende convertirse en una guía de autoayuda moral, discurso en el que lamentablemente entra con la palabrería desplegada en un epílogo tan ingenuo como innecesario.

Bastaba con la explicación dada en la primera secuencia de la película: "¿Por qué lo has hecho?", preguntan a un joven tras un acto atroz. Respuesta: "Por la tristeza. Por vuestra tristeza".

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