Reportaje:

El defensor ejerce su derecho

El 'ararteko' Iñigo Lamarca protagonizó una exquisita y masiva boda en San Sebastián

Ni siquiera entre las todavía escasas bodas gays la de ayer fue un enlace cualquiera. No todos los días un defensor de los ciudadanos, como es el cargo de Ararteko, puede airear al mundo con tanta satisfacción la felicidad que produce ejercer un derecho que hasta ahora había estado vedado a los homosexuales. Esta doble vuelta de tuerca en favor de las libertades la exhibió ayer Lamarca con toda naturalidad, consciente de que su cargo público encaja muy bien con la incansable pero fructífera lucha reivindicativa que practican en el mundo gays y lesbianas y al frente de la cual él ha estado siem...

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Ni siquiera entre las todavía escasas bodas gays la de ayer fue un enlace cualquiera. No todos los días un defensor de los ciudadanos, como es el cargo de Ararteko, puede airear al mundo con tanta satisfacción la felicidad que produce ejercer un derecho que hasta ahora había estado vedado a los homosexuales. Esta doble vuelta de tuerca en favor de las libertades la exhibió ayer Lamarca con toda naturalidad, consciente de que su cargo público encaja muy bien con la incansable pero fructífera lucha reivindicativa que practican en el mundo gays y lesbianas y al frente de la cual él ha estado siempre.

Por eso Iñigo Lamarca y su pareja, Sergio Iñiguez, se prestaron a hacer su máxima contribución a la exaltación de los derechos gays exhibiendo ante las cámaras, y no en un acto íntimo, su felicidad por poder contraer matrimonio, y posaron con la disciplina de un profesional que se debe al público aún estando emocionados de verdad, como se siente todo protagonista de una boda.

Un aura de ceremonia de reafirmación impregnó el salón de actos del Ayuntamiento de San Sebastián durante la hora que duró el enlace al que asistieron 200 amigos y familiares de los contrayentes. Lo ofició Ernesto Gasco, edil socialista que había protagonizado diez días antes otra boda gay en el mismo escenario. Fue el pequeño espacio íntimo que quisieron reservar para su deleite, al margen de la curiosidad pública y a la que no tuvo acceso la prensa.

Fue una ceremonia "coral" con destellos de refinamiento, como la pieza musical a cargo del tenor del Orfeón Donostiarra, Joseja Huerta, además del coro de la asociación Gehitu, junto con momentos de reflexión con la lectura de El jardín del poeta, de Jalil Gibran.

Las preguntas de rigor se hicieron en castellano y euskera, ya que Iñiguez, ex presidente de Gilda, la asociación de homosexuales de La Rioja, lo está aprendidendo. Un aurresku bailado por Kresala solemnizó la salida de los recién casados en medio de una lluvia de arroz y besos en los labios que se prodigaron contrayentes e invitados. El ararteko lucía una simbólica camisa malva bajo una espléndida y elegante americana, ambas compradas en Roma para la ocasión. Los contrayentes desaparecerán ahora una semana del mundo.

Sergio Iñiguez, a la izquierda, y el ararteko, Iñigo Lamarca, ayer a su salida del Ayuntamiento de San Sebastián tras su boda.

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