'Don Quijote en la niebla', de Álamo, llega al Lope de Vega

El novelista y dramaturgo Antonio Álamo (Córdoba, 1964) presentó ayer en el teatro Lope de Vega de Sevilla -espacio que dirige desde 2004- la obra Don Quijote en la niebla, un texto en el que Álamo ha partido del final de la novela de Cervantes y de Vida de don Quijote y Sancho, de Unamuno. La obra, que inauguró el pasado julio el Festival de Teatro Clásico de Almagro (Ciudad Real), está dirigida por Jesús Cracio y podrá verse también esta noche en el Lope de Vega.

"Es un texto mío con algunas palabras de Cervantes y la reescritura de ideas de Unamuno y Nietzsch

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El novelista y dramaturgo Antonio Álamo (Córdoba, 1964) presentó ayer en el teatro Lope de Vega de Sevilla -espacio que dirige desde 2004- la obra Don Quijote en la niebla, un texto en el que Álamo ha partido del final de la novela de Cervantes y de Vida de don Quijote y Sancho, de Unamuno. La obra, que inauguró el pasado julio el Festival de Teatro Clásico de Almagro (Ciudad Real), está dirigida por Jesús Cracio y podrá verse también esta noche en el Lope de Vega.

"Es un texto mío con algunas palabras de Cervantes y la reescritura de ideas de Unamuno y Nietzsch

e. La obra empieza con la muerte del Quijote, justo dónde Cervantes acaba la novela; porque su autor mató al personaje del caballero andante, pero no a quien le prestaba su cuerpo. Me centro en el hombre, en Alonso Quijano, no en el mito", explicó ayer Antonio Álamo, quien ha publicado novelas como Breve historia de la inmortalidad (Premio Lengua de Trapo), Una buena idea y Nata soy.

La pieza, un encargo de la Junta de Castilla-La Mancha para el festival de Almagro, está protagonizada por Ramón Langa -quien encarna a Alonso Quijano- y por Juan Polanco, quien interpreta tanto al escudero Sancho como a su alter ego contemporáneo Sánchez. En escena siete actores darán vida a una docena de personajes. Jesús Cracio, el director de la producción, ya ha puesto en escena otras siete adaptaciones de Álamo de títulos de Cervantes y Lope de Vega.

"Quijano no muere, sobrevive hasta nuestros días y se encuentra en un campo de Castilla contemporáneo, presidido por la silueta de un toro de Osborne y con un burdel de carretera, motivo de sus fantasmagorías", asegura Álamo, consagrado como dramaturgo con obras como La oreja izquierda de Van Gogh (Premio Marqués de Bradomín 1991) o Los borrachos (Premio Tirso de Molina 1993).

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