Desde el Pacífico

Redes inalámbricas: tecnología y democracia

ES FÁCIL AFIRMAR que las tecnologías de comunicación inalámbrica constituyen una oportunidad para los países en desarrollo, en particular para sus zonas rurales, porque permiten ahorrar el costo del cableado. Tal vez lo más interesante sea que pueden ser implantadas por municipios, pequeños empresarios y comunidades, según nos explicó Hernán Galperín, profesor de la Universidad de California del Sur (USC), en Los Ángeles.

La telefonía tradicional fue instalada según un modelo de arriba abajo. "Funciona de manera eficiente en los mercados rentables y maduros, en los cuales los grandes op...

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ES FÁCIL AFIRMAR que las tecnologías de comunicación inalámbrica constituyen una oportunidad para los países en desarrollo, en particular para sus zonas rurales, porque permiten ahorrar el costo del cableado. Tal vez lo más interesante sea que pueden ser implantadas por municipios, pequeños empresarios y comunidades, según nos explicó Hernán Galperín, profesor de la Universidad de California del Sur (USC), en Los Ángeles.

La telefonía tradicional fue instalada según un modelo de arriba abajo. "Funciona de manera eficiente en los mercados rentables y maduros, en los cuales los grandes operadores aprovechan sus economías de escala para atender una demanda constante de servicios relativamente sofisticados", me escribió Galperín.

Han surgido algunas comunidades inalámbricas en las grandes capitales, así como en algunas zonas rurales impulsadas por ONG. Una de ellas en el valle de Chancay.
La instalación de redes inalámbricas en zonas rurales siguiendo el modelo de abajo arriba contribuye al desarrollo económico y social de la comunidad.
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Esos mismos operadores, sin embargo, tienen poco interés en prestar servicios en los mercados menos rentables como son las zonas poco pobladas o de escasos recursos. Los estados de los países desarrollados resuelven el problema con subvenciones, lo que no pueden hacer los de América Latina y del Caribe por falta de dinero y de capacidad administrativa, "de ahí la gran cantidad de población sin acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la región".

Lo bajos precios y la sencillez de implantación de redes inalámbricas tipo Wi-Fi presentan una alternativa al articularse con un modelo de desarrollo de abajo arriba, explica Galperín, diplomado de la Universidad de Stanford, nacido en Buenos Aires y profesor asociado de la Universidad de San Andrés (Argentina). "Se refiere a la movilización de recursos locales para el desarrollo de redes TIC de pequeña escala que utilizan tecnologías de bajo costo y modelos de negocio no tradicionales para el suministro de servicios".

El éxito de los cibercafés y las telecabinas que han surgido en varios lugares de América Latina y el Caribe se puede entender en este contexto. "Se desarrollan con el esfuerzo de pequeños emprendedores locales que compran acceso a los grandes operadores y lo revenden añadiendo una variedad de servicios de 'valor agregado' que pueden ir desde training hasta VoIP". Hay cada vez más experiencias de redes inalámbricas municipales en ciudades pequeñas o medianas como Pirari (Brasil) y Bucaramanga (Colombia).

Han surgido algunas comunidades inalámbricas de usuarios en las grandes capitales, así como en algunas zonas rurales impulsadas por ONG. Una de ellas en el valle de Chancay-Huaral, en Perú.

Los mayores problemas para un modelo de este tipo provienen de la falta de recursos humanos y de financiación. Los gobiernos deben "cambiar las reglas de competencia diseñadas pensando en grandes operadores privados", tomando en cuenta, en particular, que "en ciertas áreas la única manera de ofrecer servicios de modo rentable es hacerlo con otros estándares de ingeniería y servicio". Deben adaptar los marcos regulatorios a esos actores no tradicionales cuya existencia, a veces, ni prevén.

La experiencia, según Galperín, coordinador del Dialogo Regional sobre Sociedad de la Información (DIRSI), "indica que el modelo de abajo arriba puede ser más sustentable a largo plazo, ya que no depende de recursos públicos, y que existe mayor compromiso de la comunidad en sostener el proyecto". Estimula además "al empresariado local y el desarrollo de capacidades de gestión en la comunidad, y promueve vínculos y lazos sociales".

Lejos de ser antimercado, el modelo "propone diversificar los actores" incluyendo, al lado de los grandes operadores, "los municipios, los pequeños emprendedores de telecentro y todos aquellos que quieran ofrecer servicios TIC al público. Por eso muchas veces lo llamamos propobres, promercado". La instalación de redes inalámbricas en zonas rurales siguiendo el modelo de abajo arriba contribuye al desarrollo económico y social de las comunidades y a la descentralización.

HERNÁN GALPERÍN: www-rcf.usc.edu/~hernang/index.html RCF: www-rcf.usc.edu/~hernang/1007-ITID_2-3_Master_03-Galperin.pdf DIRSI: www-rcf.usc.edu/~hernang/Plan%20de%20Trabajo.pdf

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