Reportaje:

El poderoso vuelo de 'Doña Berenguela'

70 halcones cumplen una importante función en el tráfico aéreo de Barajas: ahuyentan aves para evitar accidentes

Doña Berenguela tiene 10 años y es uno de los 70 halcones peregrinos que han nacido y residen en las instalaciones del aeropuerto de Barajas. Estos poderosos pájaros, bajo el control de seis halconeros expertos en el arte de la cetrería (cría, selección y adiestramiento de aves de presa), cumplen una función importante en la seguridad del tráfico aéreo: ahuyentan con su sola presencia a aves y fauna que pueden provocar incidentes en las zonas de movimiento de las aeronaves; evitan accidentes durante las maniobras de despegue y aterrizaje.

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Doña Berenguela tiene 10 años y es uno de los 70 halcones peregrinos que han nacido y residen en las instalaciones del aeropuerto de Barajas. Estos poderosos pájaros, bajo el control de seis halconeros expertos en el arte de la cetrería (cría, selección y adiestramiento de aves de presa), cumplen una función importante en la seguridad del tráfico aéreo: ahuyentan con su sola presencia a aves y fauna que pueden provocar incidentes en las zonas de movimiento de las aeronaves; evitan accidentes durante las maniobras de despegue y aterrizaje.

Hasta el momento, no se ha encontrado método mejor para este cometido. Ni ultrasonidos, ni ruidos disuasorios accionados desde la torre de control, ni pirotecnia, ni pistolas detonadoras, ni tecnología punta. Los pájaros son muy listos. Sólo respetan, por la cuenta que les trae, el territorio del halcón, uno de los depredadores más poderosos del espacio aéreo.

El aeropuerto de Madrid fue pionero en la utilización de estos animales

El aeropuerto de Barajas es pionero en la utilización de estos animales en labores de seguridad. Todo empezó hace 35 años. En 1968, los jefes norteamericanos de la base aérea de Torrejón de Ardoz andaban alarmados por las graves interferencias que provocaban bandadas de sisones. El naturalista Félix Rodríguez de la Fuente propuso entonces a la comandancia militar una solución: los halcones.

Se montó la Operación Baharí (término que, en árabe, significa halcón). La experiencia fue un éxito rotundo. Año y medio después, Barajas adoptó ese sistema, que sigue siendo insustituible.

Actualmente se emplean halcones en 25 aeropuertos de la red de Aeropuertos Nacionales y Navegación Aérea (AENA), lo que afecta a más del 95% de las operaciones que se realizan.

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Manuel Zugasti, jefe de la Sección de Ecosistemas de AENA, ejerce su función desde 1991, cuando ya había halconeros en cuatro aeropuertos españoles. Es autor de un estudio clave en la materia, Las aves en los aeropuertos: la utilización de la cetrería (Cuadernos AENA).

La normativa internacional en estas cuestiones recomienda el uso de procedimientos acústicos, aunque contempla también el empleo de la cetrería, pero ésa es una práctica, afirma Zugasti, "relativamente poco difundida a nivel mundial, porque hay pocos halconeros especializados en el trabajo en aeropuertos. Además, cada país tiene sus propias leyes en lo referente a la fauna silvestre. Se percibe una adaptación progresiva de la cetrería, por su eficacia probada frente a otros procedimientos".

Al frente de los halconeros está desde el primer momento Jesús Rero Álvaro, experto cetrero que con sólo 14 años (ahora tiene 49) comenzó a colaborar con Rodríguez de la Fuente. Sigue trabajando para la empresa creada por el naturalista y dirigida en la actualidad por su viuda, Marcelle Permentier, concesionaria de este servicio en Barajas.

Rero era el adiestrador del halcón que acompañaba al actor Charlton Heston en la película El Cid. Tiene muy claras las bases de su trabajo: "La función de los halcones no es matar, es advertir, crear un sistema disuasorio para que la fauna peligrosa no merodee por las pistas".

De los 70 halcones peregrinos controlados por Rero Álvaro en Barajas, sólo una treintena están operativos, como Doña Berenguela (las hembras, por su mayor anatomía, cumplen la tarea con más efectividad que los machos). El resto están en proceso de adiestramiento. También residen allí halcones veteranos dedicados a la procreación; no podrían sobrevivir en libertad, porque estas aves están acostumbradas al hombre.

Los halcones de Barajas tienen nombres que parecen un compendio de historia medieval. Muchos de ellos se llaman como sus predecesores de la época de Rodríguez de la Fuente: Jimena, Ginebra, Califa, Zaida, Aldonza, Don Mendo, Don Rodrigo, Minaya, Doña Berenguela.

La mayoría son capaces de desarrollar una velocidad de 300 kilómetros por hora en el descenso sobre la presa. Y son pájaros inteligentes: no se esfuerzan por cazar si tienen el estómago lleno. Por eso, antes de comenzar su turno de trabajo, cada halcón es pesado; si le sobran gramos, ese día no sale al tajo. Sólo trabajan por amor a la comida, y en ello reside la base de su adiestramiento, de su eficacia.

El halcón peregrino es animal de soberbia estampa: mide de 38 a 50 centímetros; dorso gris azulado y parte ventral blanca con bandas de color castaño claro; poderosas garras con largas y afiladas uñas corvas.

Existen 38 especies de halcones, de las cuales la primera es el gerifalte, el rey. Son aves que están preparadas para su misión a los tres meses de edad. Viven unos 20 años; los gerifaltes son algo más longevos.

La cetrería existía en China el año 2000 antes de Cristo. Fue introducida en Europa por los romanos durante sus conquistas. En el medievo español, el tipo de halcón que cada persona llevaba en su muñeca cuando iba caza denotaba su categoría o rango. El rey llevaba un gerifalte; el conde, un halcón peregrino; el burgués acomodado, un azor; el sacerdote, un gavilán; el criado, un cernícalo.

En Madrid, las principales presas del halcón son palomas torcaces, bravías o zoritas; estorninos, patos, garzas. En los aeropuertos costeros, las gaviotas son su plato predilecto y más abundante. Como curioso dato irónico, los arquitectos de la terminal de Barajas que están a punto de ser inauguradas, Antonio Lamela y Richard Rogers, se inspiraron en las alas de las gaviotas para el diseño de los techos. El primer club de cetrería del siglo XX lo fundaron en Madrid Vital Aza y Félix Rodríguez de la Fuente en 1954.

Doña Berenguela planea soberana por sus territorios del aeropuerto de Barajas. Los bichos se esfuman de inmediato porque saben que la doña, si tiene hambre, no se anda con bromas.

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