¿Progreso o destrucción?

Durante el 11-M, todas las manifestaciones celebradas estuvieron bañadas por una lluvia intensa que azotó a toda España. Y así, todos los madrileños y demás ciudadanos salieron a las calles alzando su voz para decir "¡No está lloviendo, Madrid está llorando!". Hoy Madrid quiere, pero no puede llorar. Porque es difícil llorar cuando te están arrancando los pulmones. Quiero recordar aquella densa nube amarillenta que se forma de vez en cuando sobre la ciudad de Madrid debido a la contaminación, que aumenta día a día. Pero, ¿cómo no va a aumentar si el Ayuntamiento se ha empeñado en cambiar las z...

Durante el 11-M, todas las manifestaciones celebradas estuvieron bañadas por una lluvia intensa que azotó a toda España. Y así, todos los madrileños y demás ciudadanos salieron a las calles alzando su voz para decir "¡No está lloviendo, Madrid está llorando!". Hoy Madrid quiere, pero no puede llorar. Porque es difícil llorar cuando te están arrancando los pulmones. Quiero recordar aquella densa nube amarillenta que se forma de vez en cuando sobre la ciudad de Madrid debido a la contaminación, que aumenta día a día. Pero, ¿cómo no va a aumentar si el Ayuntamiento se ha empeñado en cambiar las zonas verdes por carreteras de cuatro carriles en vez de fomentar y cuidar el medio ambiente?

Vivo en Carabanchel desde que nací (desde hace 15 años) y hace un mes me encontré con que en el parque Eugenia de Montijo habían comenzado las obras para destruirlo y, en su lugar, construir una carretera de la que en ningún momento se nos informó ni se nos pidió opinión.

Pero ya había árboles talados, ya había un surco hecho y ya había tres o cuatro coches de policía vigilando a todas horas a unos ancianos que pacíficamente defendían su parque repartiendo información a los que llegábamos de nuevas de las vacaciones. Policía que, por cierto, antes sólo aparecía en Eugenia de Montijo cuando la situación era extrema, pese a las constantes denuncias de los vecinos sobre bandas violentas.