Columna

La era del dragón

Desde la dinastía china Xia, XXI siglos antes de Cristo, tuvieron que pasar otros veinte siglos y llegar al año 2000 d. C., año del dragón según el zodíaco de aquel país, para volver a la era de China. Con un crecimiento del 9% anual y una población censada de 1.300 millones de personas, cuyo 50% está previsto se traslade a vivir a las ciudades en los próximos 75 años, su PIB está previsto alcance o supere al de Estados Unidos en los próximos 25. Es la era del cambio, del cambio geopolítico. Cambio que perciben políticos y empresarios de todo el mundo que en los últimos tiempos se trasladan co...

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Desde la dinastía china Xia, XXI siglos antes de Cristo, tuvieron que pasar otros veinte siglos y llegar al año 2000 d. C., año del dragón según el zodíaco de aquel país, para volver a la era de China. Con un crecimiento del 9% anual y una población censada de 1.300 millones de personas, cuyo 50% está previsto se traslade a vivir a las ciudades en los próximos 75 años, su PIB está previsto alcance o supere al de Estados Unidos en los próximos 25. Es la era del cambio, del cambio geopolítico. Cambio que perciben políticos y empresarios de todo el mundo que en los últimos tiempos se trasladan continuamente a aquellas latitudes.

Desde 1 de septiembre de 2004 los viajes en grupo por Europa han sido autorizados por Pekín como un DTA, destino turístico autorizado. Desde entonces Francia, Alemania, Reino Unido e Italia, han sido los principales países elegidos por los turistas chinos. Sus circuitos duran de 10 a 15 días, durante los cuales visitan de cuatro a ocho países. El mercado aéreo está controlado por Lufthansa que mueve al 29% de los viajeros, China Airlines el 21% y Air France el 15%, que de este modo determinan el destino de los viajes marcando la importancia de unas buenas comunicaciones aéreas, informativas y culturales. Los especialistas estiman que alrededor de 30 millones de chinos tienen ya la posibilidad de viajar al exterior, y en mayor número de adquirir artículos de lujo. De este modo Ferrán Adrià se atreve a afirmar que pronto serán multitud los chinos interesados en comer en el Bulli, mientras Lladró, por poner ejemplos próximos, ha puesto sus ojos en aquel mercado patrocinando el barco China Team para la America's Cup.

China, en los próximos cinco años, no sólo tiene previsto organizar las Olimpiadas de verano de Pekín en 2008, sino también la Exposición mundial del 2010 en Shanghai. Mientras la capital de la ciudad prohibida se presenta como exponente de su potencialidad, la ciudad portuaria recupera su carácter bullicioso, abierto siempre al exterior, y a lo largo del río Huangpu frente al malecón, en el muelle comercial donde figuran restaurados los edificios de la concesión inglesa, se alzan miles de rascacielos entre los que destaca el de Lin Piao, cuarto del mundo en altura, junto al ferrocarril de carril magnético que a 400 kilómetros por hora traslada a los viajeros que lo desean al nuevo aeropuerto internacional situado en Pudong. Shanghai, hoy con 17 millones de habitantes, figura entre las 23 ciudades del mundo con más de 10 millones, que en el año 2020 elevarán hasta el 60% la población mundial que vivirá en grandes ciudades.

La Expo de Shanghai con el lema mejor ciudad, mejor vida, Better City, Better Life, cuenta con el apoyo del gobierno chino que ha dispuesto de la suma de 100 millones de dólares para financiar las iniciativas de los participantes y un trato fiscal favorable. Su emblema representa tres personas abrazándose que pretenden expresar el espíritu de armonía e integración de la Expo, que también queda expuesto en numerosas camisetas portadas por los ciudadanos con la inscripción World without strangers, un mundo sin extranjeros. El emblema también permite reconocer la letra china World combinada con el año de la celebración 2010, lo que revela la ambición del pueblo chino por albergar una exposición multicultural, impresa en un significativo color verde que afirma su apuesta hacia el futuro en favor del desarrollo sostenible.

Un desarrollo a su vez imparable cimentado en base a las inversiones extranjeras, que supone que un 80% de las mayores empresas del mundo haya abierto oficina en China en los últimos años; al crecimiento de la demanda interna impulsado en el pasado por su presidente Deng Tsiao Ping; al espectacular avance del parque automovilístico donde destacan en el caso de Pekín los Mercedes Benz; al desarrollo del sector inmobiliario desbordado con hipotecas a bajos tipos de interés y largos plazos de amortización, y finalmente al fuerte desarrollo de las exportaciones de numerosos sectores de consumo amparados en los bajos salarios y en un tipo de cambio artificial del yuan que recientemente ha sido referenciado a una bolsa de cuatro divisas (dólar, euro, won y yen) y revaluado en un 20%. Exportaciones que tras la reunión del 10 de junio en Shanghai se ven sujetas a los niveles de cuotas pactados con la Unión Europea, que sin embargo se han saltado a primeros de septiembre, con motivo de las contraprestaciones ofrecidas por China en otros sectores, y con grave perjuicio para algunos sectores valencianos como el textil.

Los temas de la Expo están dedicados a la diversidad cultural urbana, al crecimiento económico de las ciudades, a la innovación de ciencia y tecnología en el contexto urbano, a la remodelación de las comunidades urbanas, y a la interacción entre áreas urbanas y rurales. Está prevista la presencia de 200 participaciones oficiales y 70 millones de visitantes, que podrán ser transportados, entre el 1 de mayo y 31 de octubre, al lugar de celebración en Pudong a través de la red de ferrocarril que se está construyendo en conexión con el aeropuerto. Shanghai así, en apenas unos años desde que Deng Tsiao Ping iniciara en 1978 su conocida política de "un país, dos sistemas", y tras el lamentable paréntesis, que también va unido a su nombre de los sucesos de la plaza de Tian'anmen en Pekín cuando el 3 de junio de 1989 el ejército aplastó el movimiento estudiantil que demandaba una mayor democracia, se ha convertido en el mayor centro económico y comercial de la China del cambio.

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Dos fotógrafos chinos, padre e hijo, Xu Xixian y Xu Jianrong, han presentado la visión de su ciudad en una interesante publicación titulada Una cambiante Shanghai con fotografías realizadas sobre los mismos lugares a lo largo de treinta años, 1975-2005, en un laborioso trabajo. El documento incluye las palabras de Susan Sontag en su sobresaliente libro Sobre la fotografía, en el cual puede leerse "tomar fotografías alcanza la expresión de una crónica periodística del mundo que eleva el significado de los acontecimientos". Grandes cambios han tenido lugar en las últimas décadas en China, como Shanghai acredita, que las cámaras de estos artistas han permitido recuperar desde su sabor original para acercarlos a nuestra realidad. La yuxtaposición del blanco y el negro con la fotografía en color, la posibilidad de contemplar en cada página las mismas imágenes desde diferentes perspectivas, a través de la visión del padre y del hijo, de la cámara tradicional y de la digital, acrecienta la sensación de la era del cambio. Es el paso de la vida misma, life itself, que dijera en 1926 Aldous Huxley, al referirse a la impresión de esta ciudad, Shanghai, la fuerza de cuyo nombre, "el camino del mar", ha vuelto a recorrerse para adentrarnos de nuevo en la era del dragón al doblar el siglo.

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