Venganza e inmoralidad
Tan sólo una película, y además la de exordio, la magnética, brutal, Los chicos del barrio, sirvió para poner en el mapa a un mocetón afroamericano, John Singleton, especialmente dotado para la captación de la violencia y la observación social. Muchos filmes después (y la mayoría directamente prescindibles), y ya convertido sólo (es un decir) en un hombre de la industria, Singleton regresa al terreno de su original, contundente ópera prima con otra película por la que campa la violencia, la corrupción política y el sinsentido de la vida en arrabales negros, ahora en una invernal,...
Tan sólo una película, y además la de exordio, la magnética, brutal, Los chicos del barrio, sirvió para poner en el mapa a un mocetón afroamericano, John Singleton, especialmente dotado para la captación de la violencia y la observación social. Muchos filmes después (y la mayoría directamente prescindibles), y ya convertido sólo (es un decir) en un hombre de la industria, Singleton regresa al terreno de su original, contundente ópera prima con otra película por la que campa la violencia, la corrupción política y el sinsentido de la vida en arrabales negros, ahora en una invernal, fantasmagórica Detroit.
La excusa es lo de menos: dos atracadores entran un buen día en un negocio regentado por un árabe y, sin mediar palabra, le asesinan a sangre fría. No sólo a él: también a una candorosa, ejemplar anciana, madre de cuatro jóvenes a los que crió sin haberlos traído al mundo. La cosa va justamente de lo que hacen estas cuatro criaturas (los hermanos del título) cuando se dan cuenta de que la muerte de su madre putativa ha sido cualquier cosa menos una casualidad. Y el infierno que desencadenan.
CUATRO HERMANOS
Dirección: John Singleton. Intérpretes: Mark Wahlberg, Tyrese Gibson, André Benjamín, Garrett Hedlund, Sofia Vergara. Género: criminal. EE UU, 2005. Duración: 109 minutos.
Con una mano segura para la violencia (hay una de las persecuciones de coches más impactantes que hayamos visto en tiempos, por ejemplo), pero también sin apenas escrúpulos ni coartadas, Singleton cuenta una historia que sólo le procura ocasiones singulares para mostrar a los chicos en acción. Grosera hasta la exasperación, gratuitamente violenta e inmoral, encontrará seguramente su público en adolescentes sedientos de acción y con ninguna tolerancia a las historias complicadas.