Editorial:

Dos Francias en una

¿Con tales divisiones en la mayoría, quién necesita una oposición? Francia, con su presidente recién salido de la clínica el viernes tras una hospitalización de una semana por una enfermedad que no acaba de explicar, se ha permitido de nuevo el lujo de que los dos peones centrales de su Gobierno, el primer ministro, Dominque de Villepin, y el titular de Interior y presidente de la UMP, Nicolas Sarkozy, presenten dos visiones bastante diferentes del modelo socioeconómico que propugnan. La carrera para las presidenciales de 2007 va a ser larga, fatigosa y corre el riesgo de paralizar al conjunto...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¿Con tales divisiones en la mayoría, quién necesita una oposición? Francia, con su presidente recién salido de la clínica el viernes tras una hospitalización de una semana por una enfermedad que no acaba de explicar, se ha permitido de nuevo el lujo de que los dos peones centrales de su Gobierno, el primer ministro, Dominque de Villepin, y el titular de Interior y presidente de la UMP, Nicolas Sarkozy, presenten dos visiones bastante diferentes del modelo socioeconómico que propugnan. La carrera para las presidenciales de 2007 va a ser larga, fatigosa y corre el riesgo de paralizar al conjunto de la Unión Europea.

Jacques Chirac, que deberá reducir durante mes y medio sus actividades, lo que le impedirá asistir a la cumbre de la ONU esta semana en Nueva York, hubiera ahorrado muchas tensiones si hubiera dimitido tras la derrota del referéndum en Francia sobre la Constitución Europea. Por el contrario, mantiene la incógnita sobre si se volverá a presentar a las presidenciales de 2007. Para entonces tendrá casi 75 años. Su enfermedad ha disparado la carrera a su sucesión entre los suyos, es decir, entre Villepin y Sarkozy.

El primer ministro, que sustituirá a Chirac en la cumbre neoyorquina, ni siquiera se postula aún como presidenciable. El pasado día 1 presentó su "segunda etapa de acción" para "relanzar el crecimiento social". El eje de la primera fue un nuevo contrato de duración indefinida, con más protección para los empleados y más ventajas para las empresas, que parece haber dado cierto resultado. Ahora se centra en un programa reformista, estatalista y consensual, con una marcada insistencia en el recorte de gastos para bajar el déficit público y a la vez en la modernización de las infraestructuras. Sarkozy, más radical, pretende una auténtica ruptura: fin de la jornada de 35 horas, rebaja y simplificación de los impuestos, mayor flexibilidad laboral y el objetivo de recortar el paro a una tasa del 5% en 10 años. Ambos coinciden en la necesidad de aumentar la distancia entre salarios y prestaciones por desempleo para incitar a los parados a buscar trabajo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Frente a ellos, unos socialistas que no han superado su división ante el referéndum sobre la Euroconstitución. De momento, su secretario general, François Hollande, ha salido reforzado y el gran promotor del no y ex primer ministro, Laurent Fabius, derrotado. Todos han comprendido que si se agudiza esta división, perderán.

Archivado En