Los japoneses acuden hoy a votar atraídos por las promesas de cambio de Junichiro Koizumi

Desplegados 250.000 agentes y fuerzas especiales ante el temor a un ataque de Al Qaeda

Los japoneses acuden hoy a las urnas atraídos por la magia de Junichiro Koizumi, que parece haberles convencido de que él es el único que puede realizar el cambio que la población ansía. El primer ministro ha convertido estas elecciones en un referéndum ("Votas por mí o estás contra mí") y ha asegurado que dimitirá si no sale vencedor. Mientras, el líder del Partido Demócrata de Japón (PDJ), Katsuya Okada, ha repetido hasta la saciedad que en cuatro años de gobierno su rival no ha realizado ninguna de las reformas prometidas.

Para Katsuya Okada, sólo cuando se expulse del poder al Parti...

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Los japoneses acuden hoy a las urnas atraídos por la magia de Junichiro Koizumi, que parece haberles convencido de que él es el único que puede realizar el cambio que la población ansía. El primer ministro ha convertido estas elecciones en un referéndum ("Votas por mí o estás contra mí") y ha asegurado que dimitirá si no sale vencedor. Mientras, el líder del Partido Demócrata de Japón (PDJ), Katsuya Okada, ha repetido hasta la saciedad que en cuatro años de gobierno su rival no ha realizado ninguna de las reformas prometidas.

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Para Katsuya Okada, sólo cuando se expulse del poder al Partido Liberal Democrático (PLD), que lo ejerce casi ininterrumpidamente desde hace medio siglo, Japón se abrirá a un cambio real. Pero si las encuestas no se equivocan, los votantes darán hoy a Koizumi un tercer mandato.

La furia con que disolvió la Cámara baja y se empeñó en una campaña relámpago para que la victoria electoral le permita introducir de nuevo la reforma del servicio postal bloqueada por el Senado -la Constitución no permite la disolución de la Cámara alta- ha conmocionado a la tranquila sociedad japonesa, poco acostumbrada a actuaciones tan tajantes. Koizumi expulsó de las listas electorales a los 37 diputados de su propio partido, el PLD, que votaron en contra de la privatización de correos. Ayer, los senadores rebeldes del PLD anunciaron que si gana las elecciones no volverán a oponerse a esa reforma, que Koizumi ha convertido en la piedra angular de la modernización de Japón.

Los servicios postales tienen 260.000 empleados, 25.000 oficinas y los mayores activos del mundo, 2,5 billones de euros en ahorros y seguros en la Caja Postal. Con esta fabulosa suma, que escapa a la regulación bancaria, se financia la red de carreteras e infraestructuras públicas e indirectamente se llenan las arcas del PLD, de ahí la reticencia de la vieja guardia a hacer transparente el conglomerado.

Pese a la advertencia de sus consejeros y a las demandas de la sociedad y de la oposición, que le pedían que se definiera sobre temas más fundamentales para el futuro del país, como la educación, la reforma del complicado e insostenible sistema de pensiones y la reforma fiscal, Koizumi hizo de la campaña electoral una cruzada por la privatización de correos. No se dejó amilanar y como el flautista de Hamelín siguió tocando su flauta mientras los japoneses, embrujados por la convicción con que defiende su idea, comenzaron a seguirle.

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Tras el estallido, en 1992, de la burbuja inmobiliaria que sumió al país en una profunda crisis económica de la que apenas acaba de salir, los 127 millones de japoneses están convencidos de que es necesario abordar la reforma de los sistemas político, económico y social del país para adaptarlos a los nuevos tiempos que corren, pero nadie sabe por dónde empezar. De ahí que la determinación de Koizumi suponga un respiro a los millones de indecisos, que al dejar en manos del líder del PLD la responsabilidad de iniciar la kaikaku (reforma) se liberan de seguir pensando en ella.

En un país con un alto índice de abstención, las encuestas auguran una participación cercana al 75% y una victoria del PLD en torno a la mayoría absoluta de los 480 escaños de la Dieta. En la actualidad gobierna en coalición con Nuevo Komeito, un partido religioso.

Tokio estaba ayer tomado por la policía, que ha registrado la ciudad de 12 millones de habitantes de arriba abajo para evitar un posible ataque terrorista. Perros especializados en detección de explosivos han recorrido los colegios electorales. Se han desplegado 250.000 agentes y fuerzas especiales por todo el archipiélago. Japón tiene en Irak 600 soldados y tras los ataques de Madrid y Londres existe un auténtico temor a un atentado de Al Qaeda. Además, documentos interceptados a la organización de Bin Laden apuntan al Pacífico -Japón o Australia- como nuevo objetivo de ataque, según los servicios de inteligencia.

Katsuya Okada ha dejado claro que si gana las elecciones retirará las tropas de Irak, pero Koizumi no se ha pronunciado ni tan siquiera sobre si mandará que vuelvan cuando en diciembre expire la ley que ha permitido el envío de tropas o si acudirá al Parlamento para renovarla por otro año. Pero, a diferencia de las elecciones generales de 2003, Irak tampoco ha estado presente en los debates de esta campaña.

El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi (izquierda), y el opositor Katsuya Okada, durante un debate electoral.AP

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