Tribuna:

Lo que oculta el verano

Los fondos de inversión iniciaron agosto con la fortaleza que les prestaba su extraordinario comportamiento de julio. Sin embargo, la alegría comenzó a enturbiarse a mediados de mes, sobre todo en los de renta variable, que empezaron a resentirse del descenso que iniciaron las bolsas norteamericanas, primero, y las europeas más tarde.

Al comenzar el periodo vacacional por excelencia, la previsión más probable en los diferentes mercados apuntaba a una subida de los precios de la renta fija y también de la variable; a un deterioro de la cotización del dólar frente al euro y a una continua...

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Los fondos de inversión iniciaron agosto con la fortaleza que les prestaba su extraordinario comportamiento de julio. Sin embargo, la alegría comenzó a enturbiarse a mediados de mes, sobre todo en los de renta variable, que empezaron a resentirse del descenso que iniciaron las bolsas norteamericanas, primero, y las europeas más tarde.

Al comenzar el periodo vacacional por excelencia, la previsión más probable en los diferentes mercados apuntaba a una subida de los precios de la renta fija y también de la variable; a un deterioro de la cotización del dólar frente al euro y a una continuación de la escalada del precio del petróleo. En este momento, algo más de un mes después, podemos comprobar que alguna de ellas se ha cumplido con creces: nadie esperaba que el precio del petróleo llegara tan lejos, superando la barrera de los 70 dólares para el caso del barril de crudo de referencia en EE UU. Otra, como la subida de cotización del euro frente al dólar, también se cumplió, aunque en menor medida de lo que cabía esperar: al cierre del mes de agosto un euro se cambiaba por 1,2361 dólares frente a los 1,2124 de comienzos de mes. Esa ligera depreciación del dólar habrá perjudicado, aunque no enormemente, a los fondos que invierten en renta fija o variable denominada en la moneda norteamericana.

La previsión de una Bolsa alcista se vio frustrada en EE UU casi desde comienzos de agosto y en España a partir de su tercera semana. Eso hace que los fondos de renta variable terminen el mes peor de como lo iniciaron (en el caso de los de Bolsa española con unas pérdidas medias de 0,8%, aunque todavía acumulando una rentabilidad media superior al 12% para el conjunto del año).

Sin embargo, aunque en agosto la manifestación más espectacular de lo que son los movimientos en el precio de los activos ha tenido lugar en los mercados energéticos, de manera mucho más callada y menos impactante para la opinión pública se estaba desarrollando otro proceso de no menor importancia: la bajada de los tipos de interés de largo plazo; un fenómeno que también se ha mantenido en tendencia desde hace varios años pero que parece estar anunciando en estos momentos una nueva vuelta de tuerca.

El impacto positivo de esta bajada del rendimiento de los bonos de largo plazo sobre la rentabilidad de los fondos de inversión de renta fija ha sido en agosto de un 0,25% promedio, lo que lleva su rentabilidad acumulada en el año a algo más del 2% ya que, como es bien sabido, la bajada de los tipos de interés mejora la cotización de los bonos que los fondos de inversión mantienen en su cartera. El que continúe esta tendencia es fundamental no sólo para que los fondos de renta fija sigan obteniendo unas rentabilidades positivas sino para la misma economía mundial.

¿De dónde viene la importancia repentina de esta evolución? Pues bien, no se trata de que, repentinamente, algo que no fuera importante haya comenzado a serlo sino de que, durante agosto, en unas declaraciones con el eco muy amortiguado por las vacaciones, el presidente de la Reserva Federal ha mostrado su preocupación por un precio de los activos que considera extraordinariamente elevado. Además, dentro de lo que fue una advertencia general, dedicó especial atención a la cada vez más mencionada "burbuja inmobiliaria".

El nexo entre la advertencia de Alan Greenspan y los tipos de interés de largo plazo en dólares es el hecho de que en EE UU las hipotecas estén mayoritariamente referenciadas a los tipos de interés de largo plazo. De modo que, para que la economía norteamericana pueda seguir creciendo con fuerza y estimulando a la vez a toda la economía mundial es más que conveniente que se mantenga el "efecto riqueza" que provoca la subida (o el mantenimiento) de los precios de la vivienda en ese país, y para ello los tipos de interés de largo plazo tienen que seguir siendo bajos.

Por ahora, y a tenor de lo ocurrido durante agosto, esa tendencia decreciente de los tipos de largo plazo parece que va a continuar, tanto en EE UU como en Europa, por parecidas razones que tienen, si cabe, mayor vigencia en la Unión Europea donde las instituciones pueden financiarse al 2% y realizar inversiones en deuda pública a 10 años que rentan el 3,10%.

El saldo del mes ha sido, pues, bastante favorable para los fondos de renta fija, aunque no tanto para los de renta variable. De conjunto, la media de los 4.700 fondos que se pueden comprar en España acumulan en el año un 8,5% de rentabilidad. Las tendencias que apuntaban antes de las vacaciones tienen aspecto de continuar a lo largo de las próximas semanas. Sólo una abrupta (más aún) subida de los precios del petróleo podría hacer peligrar todo el edificio.

Juan Ignacio Crespo es director general de Finanduero.

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