Crítica:CINE

Un debú interesante

Debú en la realización de un conocido productor, Santiago García de Leániz (lo es de todos los largometrajes de su socia, Iciar Bollaín), tras una carrera como financiador y director de cortometrajes. La noche del hermano es un esforzado, bien planteado, drama, que se trenza entre dos hermanos; uno, el mayor, preso por cometer un asesinato inaudito; el otro, el menor, el protagonista casi absoluto de la función. Y quien sufre, a la distancia, la nefasta influencia del preso.

Con un pie en la ciudad y otro en el campo, la historia se va trenzando y haciendo cada vez más densa, cas...

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Debú en la realización de un conocido productor, Santiago García de Leániz (lo es de todos los largometrajes de su socia, Iciar Bollaín), tras una carrera como financiador y director de cortometrajes. La noche del hermano es un esforzado, bien planteado, drama, que se trenza entre dos hermanos; uno, el mayor, preso por cometer un asesinato inaudito; el otro, el menor, el protagonista casi absoluto de la función. Y quien sufre, a la distancia, la nefasta influencia del preso.

Con un pie en la ciudad y otro en el campo, la historia se va trenzando y haciendo cada vez más densa, casi irrespirable, una gentileza que el talento de García de Leániz ofrece a su espectador sin afeites y a cara descubierta, apoyado sobre todo en la mirada de un actor debutante (Jan Cornet, más que aceptable) y en el comportamiento siniestro del otro (Pablo Rivero: no cuesta augurarle una provechosa carrera en el cine, tras darse a conocer en la televisión). Pero también en cosas más intangibles, aunque igualmente presentes, como el peso de la sangre, la marginalidad aceptada, la convivencia con la derrota, las trampas del amor...

LA NOCHE DEL HERMANO

Dirección: Santiago García de Leániz. Intérpretes: Jan Cornet, María Vázquez, Pablo Rivero, Iciar Bollaín, Joan Dalmau, Luis Tosar. Género: drama. España, 2004. Duración: 107 minutos.

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Con todo ello, el neodirector construye un condumio de una agresividad feroz y subterránea, que estalla literalmente ante de los ojos del espectador tras cocinarse a fuego lento en la hora y media larga que prepara el duro latigazo final. Tiene algunas cosas que se podrían haber pulido más (un cierto hieratismo en algún personaje, algún hiato de guión perfectamente subsanable), pero tiene también una fuerza considerable, un aire malsano y asfixiante que va como anillo al dedo a una historia con ecos poderosos, la más que respetable primera película de un director al que habrá que seguir los pasos desde ahora.

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