Reportaje:

Suzuki se lo piensa en Asturias

La japonesa prevé nuevos proyectos pero exige una reducción de plantilla

La multinacional japonesa Suzuki Motor desea mantener y potenciar su fábrica de motocicletas de Gijón, la única con la que cuenta en la UE. Pero eso pasa porque, en septiembre, empresa y trabajadores lleguen a un acuerdo sobre las condiciones en las que van a prejubilarse 36 de los 225 operarios de la factoría asturiana.

Suzuki tiene pérdidas en el área de producción en su centro productivo de Porceyo (Gijón) y considera urgente corregir esa situación. Hace un año, la empresa amagó con trasladar la producción si no se alcanzaba un pacto sobre el convenio colectivo. Al final hubo acuerdo...

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La multinacional japonesa Suzuki Motor desea mantener y potenciar su fábrica de motocicletas de Gijón, la única con la que cuenta en la UE. Pero eso pasa porque, en septiembre, empresa y trabajadores lleguen a un acuerdo sobre las condiciones en las que van a prejubilarse 36 de los 225 operarios de la factoría asturiana.

Para negociar las bajas, los sindicatos exigen el 81% del salario bruto, mientras que la dirección de la empresa ofrece el 70%

Suzuki tiene pérdidas en el área de producción en su centro productivo de Porceyo (Gijón) y considera urgente corregir esa situación. Hace un año, la empresa amagó con trasladar la producción si no se alcanzaba un pacto sobre el convenio colectivo. Al final hubo acuerdo, pero tras varios meses de conflictividad y tensión. Uno de los compromisos pactados entonces preveía una reducción del empleo de mayor edad. Pero las condiciones en que van a producirse esas bajas, que afectarán al 16% de la plantilla, han vuelto a enconar las relaciones sociales en la fábrica gijonesa de motocicletas Suzuki.

El riesgo de deslocalización, que parecía conjurado, ha vuelto a plantearse. Hace un año, durante el último conflicto, la compañía japonesa advirtió de que las cadenas de producción de Gijón podían trasladarse a la planta que la multinacional nipona poseía entonces en Manzanares (Ciudad Real) y que fabricaba motores para ciclomotores.

Ahora, sin embargo, ya no existe esa posibilidad. El pasado junio, la corporación japonesa vendió la planta manchega, con 138 trabajadores, a la empresa de componentes para la automoción Ditecsa-Fasur. En esta desinversión influyó el cambio de segmento de los productos que la multinacional monta en Gijón. Históricamente, la factoría asturiana había producido ciclomotores y motos de baja cilindrada, pero cada vez más produce motos de alta cilindrada y con mayor valor añadido.

La negociación para dar cumplimiento al acuerdo de rejuvenecimiento de la plantilla en Asturias -los sindicatos afirman que el plan prevé sustituir mano de obra veterana por jóvenes subcontratados con el objetivo de reducir costes laborales- ha hecho que la zozobra haya vuelto a adueñarse de la fábrica.

El presidente de la multinacional nipona, Osamu Suzuki, advirtió a los directivos asturianos en mayo de que "apoyará" a la factoría local, siempre y cuando el área de fabricación salga de los números rojos y se incremente la productividad. La compañía quiere incrementar su fabricación en un 70% hasta alcanzar las 59.000 unidades.

Avances en la producción

Para ello ya se han producido avances, como la aplicación de un nuevo sistema de medición de tiempos o la reducción del absentismo por debajo del 5%. Falta formalizar ahora el aspecto crucial de las bajas laborales.

Hasta agosto no se habían atisbado síntomas de acercamiento. La discrepancia se centra en las condiciones económicas a las que podrán acogerse los excedentes laborales. Los sindicatos exigen el 81% del salario bruto (lo que significa el 100% del neto), mientras que la dirección de la empresa ofrece únicamente el 70% del sueldo bruto (el 88% del neto).

Tampoco hay acuerdo, por ahora, sobre el pago de las cotizaciones a la Seguridad Social de los trabajadores excedentes hasta que alcancen la edad de jubilación.

La desaparición de las pérdidas en el área de producción -el resultado se compensa con los beneficios generados por la comercialización de modelos de importación- se considera básico para que la multinacional japonesa afronte nuevos compromisos industriales en su fábrica asturiana. El más perentorio es lograr que la compañía matriz conceda a la planta gijonesa la producción de nuevos modelos porque la vida comercial de los que se están produciendo ahora se agotará en el plazo de tres años.

Misión comercial

La misión comercial que el Gobierno de Asturias y un grupo de empresarios de la región realizó en julio a China y Japón permitió a las autoridades asturianas vislumbrar signos esperanzadores. El presidente ejecutivo de Suzuki, Hiroshi Tsuda, expresó en Tokio al presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, en presencia de la alcaldesa de Gijón, Paz Fernández Felgueroso; del consejero de Industria y Empleo, Graciano Torre, y del director de la factoría gijonesa, Juan Carlos Andrés, que la multinacional japonesa tiene planes para su planta asturiana, pero condicionados a que en septiembre se llegue a un acuerdo con los sindicatos.

El Gobierno del Principado se comprometió a "ayudar" para el buen fin del proceso y expresó su confianza en que, tras las vacaciones de agosto, ambas partes puedan solventar sus divergencias. Según Vicente Álvarez Areces, el primer ejecutivo de Suzuki le expresó el deseo de que la empresa tenga "una mayor implantación en Asturias".

Imagen de la fábrica de Suzuki en Gijón.PACO G. PAREDES

M. V. Augusta, Puch, Piaggio y Suzuki: medio siglo a dos ruedas

La compañía Suzuki Motor España se hizo con la dirección de la fábrica gijonesa de motocicletas en 1987, y un año más tarde completó el dominio sobre el 100% de su capital. Las actuales instalaciones fabriles, en el polígono industrial gijonés de Porceyo, datan de 1993. Esta factoría sustituyó a la histórica planta que durante casi medio siglo había producido motocicletas, bajo distintas marcas, personalidades jurídicas y accionariados diferentes, en el barrio de El Natahoyo.

La producción de motos en Gijón arranca en 1950, en plena autarquía, por iniciativa de un ingeniero industrial vasco, Alfredo Avello, que desde hacía diez años, fabricaba máquinas-herramientas, previa adquisición de un negocio de este ramo que ya operaba con anterioridad. Avello implicó a varios grupos accionariales de la burguesía gijonesa para constituir Avello, SA, que, merced a la colaboración de la compañía italiana Meccanica Verghera (M. V.), emprendió la producción, bajo licencia, de las motocicletas M. V. Augusta. Esa etapa llega hasta 1970, cuando, ante los síntomas de crisis, se da entrada, con una participación del 50%, al fabricante austriaco Steyr-Daimler-Puch, que en esa misma década acabó por completar el dominio sobre el 100% de Avello.

La compañía gijonesa vivió una nueva crisis en 1983 cuando Puch vendió su división de dos ruedas a la italiana Piaggo, la matriz de Vespa. Avello, SA firmó poco después, en marzo de 1984, un acuerdo de transferencia de tecnología con la japonesa Suzuki, que tomó una participación minoritaria en la sociedad entre 1983 y 1985. En septiembre de 1987, Suzuki se hizo con la dirección de la empresa y al año siguiente asumió el 100% de su capital. La compañía pasó entonces a denominarse Suzuki Motor España.

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