La guerra entre paramilitares unionistas se cobra tres vidas

Dos grupos paramilitares lealistas están enzarzados en una guerra brutal que se ha cobrado tres vidas en pocas semanas, incluido el asesinato, anteayer, de un joven protestante. El enfrentamiento entre la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF, en sus siglas en inglés) y sus antiguos compañeros de armas, la Fuerza de Voluntarios Lealistas (LVF), arrancó el año pasado y se intensificó hace dos meses. "Es una lucha territorial y por el control de sus negocios ilegales", explica el superintendente jefe de la policía de Belfast, Wesley Wilson.

Ambos grupos han rechazado la ayuda de mediadore...

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Dos grupos paramilitares lealistas están enzarzados en una guerra brutal que se ha cobrado tres vidas en pocas semanas, incluido el asesinato, anteayer, de un joven protestante. El enfrentamiento entre la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF, en sus siglas en inglés) y sus antiguos compañeros de armas, la Fuerza de Voluntarios Lealistas (LVF), arrancó el año pasado y se intensificó hace dos meses. "Es una lucha territorial y por el control de sus negocios ilegales", explica el superintendente jefe de la policía de Belfast, Wesley Wilson.

Ambos grupos han rechazado la ayuda de mediadores para poner fin a su batalla fratricida, que ha forzado también el desplazamiento de 70 familias fuera de sus propias comunidades. La mayoría huyó de sus hogares, en un barrio del norte de la capital norirlandesa, hace una semana, ante la pasividad de la policía.

De acuerdo con Wilson, unos 300 milicianos del UVF invadieron un complejo residencial bajo control del LVF y los residentes abandonaron sus domicilios. "Se desarrolló pacíficamente y con su mera presencia intimidaron a la gente. Nunca antes habían utilizado semejante táctica. Cuando llegamos, los residentes ya se habían ido", se excusa Wilson.

Mientras el enfrentamiento entre paramilitares unionistas continúe, los barrios protestantes menos favorecidos económicamente vivirán bajo la amenaza de la violencia. Ya no temen represalias de su viejo enemigo, el IRA, sino de bandas criminales que supuestamente deben defenderles.

Los grupos lealistas tienen un horizonte político muy limitado y, a diferencia del Sinn Fein, no cuentan con posibilidades de entrar en el Ejecutivo regional de Belfast. Sólo la presión popular puede conducirles a abandonar las armas y renunciar a la violencia. El IRA ha dado un motivo para que los protestantes también exijan el fin del terror de los paramilitares.

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