Reportaje:EL INCENDIO FORESTAL MÁS TRÁGICO EN 20 AÑOS

Una cuadrilla en el frente de fuego

Decenas de jóvenes se enrolan en retenes forestales en el verano y ponen a prueba su valía y sus vidas en la extinción de incendios

A ellos se les reconoce en el frente del fuego, por el que estos días han pasado vecinos, curiosos y periodistas, porque visten siempre de amarillo, o de verde y amarillo. Armados con trajes ignífugos, palas, azadas y cascos, esperan órdenes para atacar las llamas.

Sus rostros, tiznados como sus trajes, muestran ya el cansancio de las 24 horas que llevan sin parar de trabajar (los turnos se han doblado). Las radios informan de la evolución de los focos de fuego cercanos y, de vez en cuando, suben coordinadores de zona con víveres y agua.

"Hoy la cosa va bien. Hemos tenido que sal...

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A ellos se les reconoce en el frente del fuego, por el que estos días han pasado vecinos, curiosos y periodistas, porque visten siempre de amarillo, o de verde y amarillo. Armados con trajes ignífugos, palas, azadas y cascos, esperan órdenes para atacar las llamas.

Sus rostros, tiznados como sus trajes, muestran ya el cansancio de las 24 horas que llevan sin parar de trabajar (los turnos se han doblado). Las radios informan de la evolución de los focos de fuego cercanos y, de vez en cuando, suben coordinadores de zona con víveres y agua.

"Hoy la cosa va bien. Hemos tenido que salir corriendo sólo cuatro veces", señala Álvaro Chico, de 19 años y con dos veranos en el retén, que trabajan bajo la responsabilidad de la empresa TRAGSA.

"Hoy la cosa va bien. Hemos salido corriendo sólo cuatro veces", dice un miembro de un retén
Son mayoritariamente jóvenes y cobran entre 600 y 1.200 euros mensuales
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Lo del verano no es casual. Estos equipos sólo funcionan de junio a septiembre y por eso, sus contratos, son temporales. "Bueno, fijos-temporales, porque repetimos de año a año", explicaba, desde "la zona segura" del retén que trabajaba en la madrugada de ayer en Selas.

La entrada en un retén es sencilla: un reconocimiento médico, unas pruebas físicas y un examen teórico en el que se valoran los conocimientos que tengan sobre el comportamiento del fuego. "La rapidez de las pruebas está en función de cuándo y cuántos contrate la administración a la empresa", explica Fernando Hinajaros, coordinador de un retén procedente de la empresa de trabajo temporal UTE Incendios Cuenca, que ayer peleaba contra las llamas en el municipio de Eblanque.

Pese a que se juegan la vida en muchas ocasiones, sus sueldos son bajos. Oscilan entre los 600 euros mensuales de un miembro de tierra (en España, el Salario Mínimo Interprofesional es de 513 euros) y los 1.200 euros de un equipo helitransportado (por la peligrosidad). "Eso sí, con las pagas prorrateadas y ni un duro más", puntualiza un compañero de Álvaro. Si todo va bien, la actividad habitual de un retén, normalmente compuesto por siete u ocho personas entre las que siempre hay un técnico, consiste en labores de limpieza y de vigilancia del monte. Desbrozar, podar, quitar la leña caída... Tareas de prevención para evitar males mayores cuando se produce un fuego.

"Un montón de tarea en un bosque como éste, que además debería hacerse en invierno porque son justamente todas esas ramas caídas las que alimentan los fuegos. Pero eso es demasiado caro e interminable y ninguna Administración lo hace. No se invierte en prevención y luego pues... pasa lo que pasa", comentan entre ellos.

Pero cuando las cosas vienen mal dadas, como en este incendio que asola los montes de Guadalajara, sus labores se intensifican y los riesgos se multiplican exponencialmente.

A los ojos de un profano, resulta casi ridículo verles pelear contra un fuego tan persistente y virulento con cuatro herramientas. Pero lo peor es que a sus ojos también resulta una batalla muy desigual: "No se puede enviar a la gente a los sitios sin un equipo de apoyo. Sin bulldózer que abra cortafuegos, sin autobomba y con cuatro palas. Es querer apagar un incendio a pisotones", comentaba ayer uno de los antiguos compañeros del retén de los fallecidos.

Y así es. Unas veces con apoyo y otras sin él. A palazo limpio, a azada limpia y a pisotón limpio. Tratando de evitar que se reactiven las llamas ya apagadas, cavando y cavando y abriendo pequeños cortafuegos con la azada.

"Total, para nada. Estoy harto de hincharme de cavar para que luego todo el trabajo se vaya a la mierda porque el fuego se acaba apoderando de todo. Si no echan agua, la cosa es muy complicada", explica Álvaro.

¿Y si ahora el fuego viene para acá? "Pues a correr a lo quemado. Es lo más seguro. Hasta que venga el agua", señala Raúl Rama, de 28 años, y del retén de Cuenca.

Un retén de la Consejería de Medio Ambiente, que trabaja frente a la localidad alcarreña de Selas, durante un descanso.CRISTÓBAL MANUEL

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