"El sudor nos hace a todos iguales", aseguró el músico

La Castellana se quedó pequeña.Decenas de miles de personas acudieron ayer a la llamada de Carlinhos Brown y su festival "democrático", como lo definió el músico brasileño. "El Carnaval es sudor, y el sudor nos hace a todos iguales", dijo. Y no mentía. El pasacalles estaba convocado para las siete de la tarde. A esa hora ya era difícil moverse por la zona de plaza de Castilla, donde estaba situado el autobús que transportó al grupo y sus miles de seguidores hasta Nuevos Ministerios. Media hora después, cuando empezó a avanzar la marcha, la única posibilidad real de movimiento era dejarse lleva...

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La Castellana se quedó pequeña.Decenas de miles de personas acudieron ayer a la llamada de Carlinhos Brown y su festival "democrático", como lo definió el músico brasileño. "El Carnaval es sudor, y el sudor nos hace a todos iguales", dijo. Y no mentía. El pasacalles estaba convocado para las siete de la tarde. A esa hora ya era difícil moverse por la zona de plaza de Castilla, donde estaba situado el autobús que transportó al grupo y sus miles de seguidores hasta Nuevos Ministerios. Media hora después, cuando empezó a avanzar la marcha, la única posibilidad real de movimiento era dejarse llevar por la marea humana.

En previsión de la riada de gente, muchos de los que acudieron llegaron pronto para coger sitio. "Ya estuve en la de Barcelona y fue una locura", contaba Juan Carlos. Esta vez no le pilló por sorpresa y pudo coger un buen sitio frente al autobús, prácticamente empotrado contra una valla de separación. Una hora antes de que empezase el espectáculo, los alrededores del autobús estaban ya repletos de gente que jaleaba las pruebas de sonido de los músicos. Otros, tomándoselo con más calma, disfrutaban de un mini -cerveza y calimotxo, una mezcla de vino y coca-cola, fueron las bebidas más consumidas- a la sombra bajo la atenta mirada de la Policía Municipal. Ayer estaba permitido hacer botellón en los alrededores de plaza de Castilla.

La gran mayoría de los que acudieron a esta edición madrileña del Carnaval brasileño eran jóvenes. Entre la muchedumbre también se veían muchos brasileños y alguna familia, que disfrutó de una tarde calurosa con sus hijos. Los responsables del pasacalles y el propio Carlinhos Brown habían pedido previamente a quien pensara ir que se lo tomara con calma y que llevara agua o algún tipo de bebida consigo.

La gente respondió en ese sentido, aunque poco se pudo hacer respecto al calor, que azotó a todos por igual. Ayer no se veían apenas bolsos en los hombros o mochilas a la espalda, pero raro era que alguien no llevara una botella en la mano.

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