Entrevista:ANNA SANCHIS | Artista plástica

"Necesito expresar el dolor de mi entorno"

Pregunta. Su obra tiene un fuerte componente de denuncia, muy raro en el gremio. ¿A qué obedece?

Respuesta. El entorno que tengo (mis amigos, mi familia, mi pareja...) es así. Somos gente que piensa que tienes que implicarte cuando las cosas están mal. No sólo puedes quedarte contemplando la parte bonita del progreso, sino también el drama de su impacto. Es un abuso.

P. Interpreta los paisajes con una visión dramática. ¿Influye el momento de depredación que vive el territorio?

R. Por supuesto. En treinta años el litoral ha dado un cambio irrecon...

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Pregunta. Su obra tiene un fuerte componente de denuncia, muy raro en el gremio. ¿A qué obedece?

Respuesta. El entorno que tengo (mis amigos, mi familia, mi pareja...) es así. Somos gente que piensa que tienes que implicarte cuando las cosas están mal. No sólo puedes quedarte contemplando la parte bonita del progreso, sino también el drama de su impacto. Es un abuso.

P. Interpreta los paisajes con una visión dramática. ¿Influye el momento de depredación que vive el territorio?

R. Por supuesto. En treinta años el litoral ha dado un cambio irreconocible. Luego no va a haber vuelta atrás. El dolor que siento es físico y tiene que salir inevitablemente. Necesito expresar el dolor de mi entorno, hacer esa protesta. No sé si sirve de algo pero tengo que hacerlo.

P. ¿Los paisajes ya sólo van a ser posibles como obras de arte?

R. Mis paisajes son paisajes fantasma. Son blancos, como espectros de otra época. De lo que fue, de lo que podía ser. Cuando me planteé si me quedaba corta empecé a introducir las torres, que son más gráficas y también más agresivas.

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P. Sus paisajes están llenos de casitas.

R. Es la huerta, fábricas, trabajo... Una manera de explotar los recursos más equilibrada, no tan invasiva. Manifiestan un desarrollo sostenible, no a toda costa.

P. Nunca mejor dicho. ¿Son paisajes reales?

R. Unos sí y otros no. Hay algunos que son inconcretos y otros de Calp, de Cullera,...

P. Su cuadro El Golf de Cullera després de Cavanilles, que se expone estos días en el Jardí Botànic de Valencia, ¿es una visión del Apocalipsis?

R. Es lo que van a hacer, van a construir 33 torres, hoteles,... En realidad cuando hice el cuadro, no sabía que iban a construir tantas torres como van a poner ahora. Fue una premonición horrible.

P. A menudo utiliza materiales reciclados provenientes de la basura.

R. Sí, el estudio lo he hecho en gran parte así. Esa nevera estaba tirada en la calle, y funcionaba. En los cuadros suelo utilizar también materiales muy baratos y sencillos para poder experimentar mucho.

P. ¿Se puede extraer belleza de la basura?

R. Sí, se tiran muchas cosas y quiero buscar lo que otros desprecian. Se consume demasiado. Prefiero querer todo lo que tengo que tener todo lo que quiero.

P. Algunas de sus obras se sustentan en imanes para que el propietario cambie su figuración. ¿Por qué lo hace?

R. Es un juego para cambiar la realidad. Si no te gusta lo que ves, participas y lo cambias tu mismo. Bueno, yo hacía otras cosas muy distintas, pero cuando llegué a este estudio en Russafa las paredes tan blancas me cambiaron por completo. Me dio por hacer composiciones de casas blancas y se me ocurrió que podía ser con imanes y planchas lacadas de acero.

P. Hay pintores que defienden que la luz está en el interior y no en el entorno.

R. No es mi caso. Me dejo influir mucho por lo que me pasa. Yo pintaba cuadros, paisajes y muchedumbres nocturnas, pero cuando llegué aquí de repente se produjo la ruptura. Ahora ambas obras parecen de autores distintos, aunque hay una transición. Empecé haciendo paisajes con arquitectura, luego dibujaba e integraba en los paisajes la figura humana, después iba haciéndose de noche... Este estudio todo blanco me cambió.

EN DOS TRAZOS

Anna Sanchis (Valencia, 1967) es una artista plástica inusual con una inequívoca voluntad de denuncia. Produce un arte vinculado con lo que sucede en su entorno (el consumo desenfrenado del territorio) con un potente lenguaje propio que busca nuevas formas de expresión y no deja indiferente. Su obsesión es consignar la degradación acelerada del paisaje litoral mediante paisajes espectrales, casi en el hueso, a medio camino entre la pintura y la escultura. Su obra, en la que utiliza materiales reciclados, destila varios registros, a menudo con una apariencia irreconciliable.

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